Arte Sacro
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La obra de arte como representación divina. Javier Ramos Sáez


 La belleza, la proporción de las partes, la autonomía, la idealización, la perfección humana, la armonía... estas son algunas de las cualidades que posee una obra de arte, pero ¿qué es una obra de arte en su sentido supremo?, es decir, ¿qué función puede desempeñar una obra de arte aparte de ser útil a la vista y al intelecto y encima poseer rasgos bellos y armónicos?.

Una obra de arte no es sólo una mostración de su representación estética sino que oculta algo esencial y de suma importacia: la verdad. La verdad se esconde en un trozo de madrera de pino, de roble o de cedro y ese es el verdadero misterio de la Semana Santa y del arte en general.

Su sentido trascendental lo encontramos en el interior de nosotros y no de la obra de arte. La obra en sí no posee ninguna cualidad trascendental o divina sino que somos nosotros los que le damos una visión particular que se objetiviza y se hace universal. Esa objetivación se transforma en una verdad y esa verdad es que la representación de Jesucristo transforma la madera y se hace representación de Dios mismo. No es Dios mismo en sentido estricto, ya que es una obra de arte y seguirá siéndolo, sino que es sólo una representación, eso sí, de rasgos divinos.

La obra de arte nos aporta un conocimiento nuevo a nuestro intelecto, nos aporta valores éticos de índole cristianos, nos aporta humanidad y humildad ante la pena exagerada o contenida de la representación de Dios. Su agonía expresada nos conduce al sobrecogimiento. Los valores expresados en la obra de arte nos toca el corazón y la sensibilidad porque la obra de arte en sí nos conduce a nuestra propia transformación.

La Iglesia abordó el tema de la representación de Dios para enseñar al pueblo los valores cristianos y los acontecimientos bíblicos que no podían ser leídos por el orbe.

La analfabetización era sumamente elevada y encima contribuía mucho que la Biblia era un libro para élites en los tiempos pretéritos.

La elitización de la Biblia dio paso a una nueva era cristiana que buscaba la obra de arte como mediación del hombre para llegar a Dios y a las Sagradas Escrituras que hoy perdura y sigue solidificándose positivamente.

Hoy en día se ha perdido la intención de la obra de arte cristiana como maestra de la Biblia y ha pasado a un segundo plano debido a las circunstancias históricas actuales. La Biblia es el libro más traducido del mundo y uno de los más leídos así que esa idea ya no tiene validez.

Hoy recobra importancia y significado en el arte cristiano la obra de arte como representación divina del Hijo y es un nexo de unión entre nuestro yo más profundo y la omnipotencia de Dios.

Hay tanta belleza en el rostro de Jesucristo que es difícil no emocionarse o sorprenderse de su candidez y su presencia cuando vemos por un instante su impresionante faz .

El artista, en definitiva, es custodio de la verdad, una verdad que encierra en las entrañas de la madera esculpiendo del caos una fina armonía.

jramosaez@yahoo.es

Foto: Juan Alberto García Acevedo









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