El Besamano de la Esperanza de Triana. Juan Manuel Labrador Jiménez

Dedicado a todo el equipo de secretaría de la Hermandad,
por "soportar" conmigo tantas horas de trabajo.

Vive una Reina en Triana
de indescriptible belleza,
una Señora guapísima
con la que Sevilla sueña
cada noche de la vida,
y siempre que la ve piensa
en su rostro agitanado
de sublime tez morena.

"¡Ay!, qué guapa es la Esperanza"
dicen hoy las trianeras
cuando la miran, y envidian
toda su santa realeza,
ya que en sus cuerpos no caben
tantas y tantas purezas
como en esta dulce Niña
a quien todo el mundo reza,
sobre todo en estos días
en los que se halla expuesta
en solemne Besamano,
y sus gentes ya le besan
esos dedos delicados
en los que por siempre queda
el sello de amor de un pueblo
que ante Ella se embelesa.

¡Qué regalo mariano,
en vísperas navideñas,
nos hace nuestra Esperanza!,
esa Madre tan perfecta
que cada vez que la vemos
decimos que es la Princesa
de aquellos cuentos de hadas
que los abuelitos cuentan
a sus tiernos nietecillos.

Hoy, Reina, el corazón vuela
por el Cielo de tu Cara,
siendo ese Sol que calienta
ese frío tan profundo
que habita en nuestro planeta.

Danos de tus puros Labios
palabras de vida eterna,
y el cobijo de tu manto,
y la calma tan serena
de tus cristalinos Ojos,
y no dejes que se muera
de sed cristiana mi alma
cuando imposible no sea
beber tus saladas lágrimas.

Sólo en Ti Dios se recrea,
viva Rosa de Santa Ana,
pues tu dulzura supera
lo que nunca nadie puede,
ya que tienes la nobleza
exacta, justa y precisa,
mi celestial azucena,
para parir a Jesús,
puesto que tu bondad llena
de cariño nuestro ser,
y por eso en estas fechas
Tú serás toda la luz
de estas fiestas navideñas,
y de este modo te ruego,
cuando mis labios te besan
esa Mano inmaculada,
que hasta nuestro final seas
Estrella Fugaz radiante,
Fruto que nos alimenta,
pura Candela de amor,
Orgullo de nuestra era,
Expresión de nuestra fe,
Flor nacida de la tierra,
Símbolo de la alegría,
Fragancia de paz intensa,
sacra Ilusión sevillana
y Esperanza Trianera.



Fotos: Juan Manuel Labrador