Arte Sacro
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Que poquito queda. La rosa de la Victoria. Alberto De Faria Serrano


 No te duermas un solo minuto más porque sería dura afrenta. Ponte en camino. Aquilata cada sorbo de la Cuaresma porque la cuenta atrás de la Victoria ha comenzado. Es un domingo pleno y rebosante de incienso y emociones por los cuatro costados. Te suplican las musas y el fervor anhelante. No ves la hora de dormir porque en cada besamanos puedes salir con los ojos enjugados. 

Aprovisiónate de un carro profundo porque no será un día para perder sensaciones por el camino. Por presagio divino con una  rosa amanecerás y con otra lo terminarás. La que te entregará muy de mañana por un Valle de troncocónicas esencias y de presencias recobradas la dulce doncella de la Encarnación. La portarás en tu mano de Esperanza en Esperanza; llegará hasta la Pureza de su nombre desde el arco dorado de la Alianza. Para   bendecirla poco después ante el rocío  matinal que se queda prendida en la saya de la Estrella del mediodía.

No creas que se marchita. San Luís es siempre fin y eterno retorno; vibrará con el anticipo del tercer día y el Señor que de su Sepulcro eternamente levita. No cundas al desaliento que las evocaciones se suceden a porfía. Quizá te la perdiste ayer por Tentudía y por el callejero que otrora era popular y olía a nardo en su talud. Ofrécesela al que yace en San Bernardo y por tu oración,  te llena el alma de Salud.

No te aflijas que aun has de llevarla a la tierra prometida. Allí donde brota más lozana y exigida. Al ladito de la cuna de su parque, halla la Paz presentida. Es doménica de la rosa y se cura la hiel de tu herida. Te rindes a su Triunfo  al ver en su faz la sombra de la cruz adherida. No es triunfo marchito si no Paz sacramentada y extendida. Te la ofrece por la rosa que no es rosa si no la miel de tus labios entretenida.  Hoy con mantolín o sin él a la vuelta de dos doménicas en cada esquina. Por un río inmaculado de plata cincelada y de alegría bordada y desbordada, te espera la bóveda frondosa del Parque y tras su Victoria, te arrancarás un año mas, de esta rosa, su más clavada espina. ¡Que poquito queda!

Foto: Juan Alberto García Acevedo










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