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El Santo de hoy. Beatos José Calasanz y 31 compañeros mártires.


Etimológicamente significa "el que se crece". Viene de la lengua hebrea.

José Calasanz Marqués, nació en Azanuy, provincia de Huesca y diócesis de Lleida (hoy de Barbastro), el 23 de noviembre de 1872, de una familia de labradores. A los diez años, perdió al padre; y a los once, a su madre. Poco tiempo después de la muerte de ésta (agosto de 1883), su hermana Dolores le llevó a Barcelona, donde servía en casa de los señores Fontcuberta quienes, como buenos cooperadores salesianos, le pagaron la estancia en el colegio-taller de los salesianos de Barcelona-Sarriá. Allí conoció personalmente a san Juan Bosco, cuando, en su visita a Barcelona en abril-mayo de 1886, vivió en aquella casa. Calasanz tenía entonces 13 años.

El muchacho se ganó enseguida la confianza de los superiores, los cuales le encaminaron a la vida sacerdotal y salesiana por la vía más corta. Recibió el presbiterado en diciembre de 1895, cuando sólo contaba 23 años. No tuvo, por tanto, ni tiempo ni medios adecuados para hacer bien los etudios eclesiásticos. Pero, por otra parte, tuvo la fortuna de formarse al lado del hoy beato, don Felipe Rinaldi, quien dirigía la casa de Sarriá desde el año 1889.

José Calasanz fundó el colegio salesiano de Mataró cuando, en 1905, se trasladó allí con la sección de bachilleres que, bajo su dirección, funcionaba, desde dos años antes, en la torre llamada "La Esmeralda", de les Corts de Sarriá. Calasanz estuvo al frente del colegio once años (1905-1916). Y, a continuación, fue enviado, como misionero y fundador, a tierras de Cuba, Perú y Bolivia, en las cuales desplegó una gran actividad, no siempre coronada con el éxito.

En 1925 volvió a Barcelona (Inspectoría salesiana Tarraconense), con el cargo de inspector. A sus 53 años, pudo realizarse como un gran salesiano: trabajador, serio y enérgico a veces -pero, por encima de todo, padre y amigo de todos-, educado, humilde y servicial.

Como inspector, presidía la tanda de ejercicios espirituales que había comenzado en la casa salesiana de Valencia-Sagunto el día 16 de julio. Aquí, a él y a otros 36 salesianos, les sorprendió el levantamiento militar dos días después. Conducidos a la cárcel y liberados pocos días depués. Muchos pudieron huir, otros, en cambio, fueron de nuevo hechos prisioneros y asesinados.

De estos 37 salesianos que estaban haciendo ejercicios espirituales en Valencia, murieron nueve: el inspector, un sacerdote ejercitante que había venido de Alcoy y siete salesianos de la misma comunidad de Valencia. Los otros dos que completan el total de once proceden de Alcoy, y fueron asesinados uno en Valencia y otro en la ciudad de Villena (Alicante).

Por otro lado, en Barcelona o en sus alrededores fueron asesinados 18 salesianos, dos hijas de María Auxiliadora y un laico que vivía en la comunidad de Sant Vicenç dels Horts.


¡Felicidades a quienes lleven este nombre!









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