El Santo de hoy. San Luis Beltrán.
Nació en Valencia, España, en 1526. Tenía como familiar lejano a san Vicente Ferrer que se bautizó en la misma pila bautismal de Luis. A Ambos le une el amor a las misiones. El primero por Europa y el segundo en Colombia.
Y cuando se hizo sacerdote, fue el santo Tomás de Villanueva quien le ordenase. En seguida le dieron el cargo de formar a los futuros sacerdotes con el cargo de maestro de novicios, en cuyo trabajo usó una gran prudencia y discreción.
Pasaron unos años. Y llegó para él su sueño dorado. En 1562 lo enviaron a predicar la Palabra de Dios a la selva colombina entre los indios. Una gran dificultad es siempre la lengua. Le pidió a Dios que le concediera el don de lenguas para comunicarse con aquella gente indígena.
Su centro de trabajo estuvo desde Panamá hasta el Golfo de Urabá. Dios lo fue salvando de enfermedades que producían aquellos lugares pantanosos y llenos de mosquitos. Se dice que bautizó a unos 15.000 indígenas.
La oposición a su labor evangelizadora le vino de parte de los españoles allá residentes y que tenían ya una buena posición. Luis defendía a los indios porque eran objeto de vejaciones e injusticias inhumanas.
Entonces pensaron quitárselo de en medio. Les estorbaba para sus fines lucrativos con los indios. En primer lugar quisieron matarlo con un vaso envenenado. Salió airoso, al igual que de un tiro de escopeta.
Por otra parte, era una persona de mucha oración. Confiaba plenamente en la fuerza que Dios da a quienes se fían de él.
No emprendía nada sin contar antes con la presencia de Dios que lo envuelve todo. Exponía su cuerpo a la picadura de los mosquitos – como penitencia - cuando quería obtener la gracia de la conversión de alguien.
Cuando menos lo esperaba. volvió a España para continuar formando a los futuros misioneros.
Murió santamente el 9 de octubre de 1581.
¡Felicidades a quienes lleven este nombre!