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Puerta de los Palos. Burgos: El Pregón del desagravio. Diario de Sevilla. El Fiscal.


Entre sus gatos, en compañía de Isabel, atento como cualquier periodista a los boletines horarios de noticias en la radio y ejerciendo la adoración perpetua al ordenador de su casa. Así recibió Antonio Burgos ayer la noticia de su designación como pregonero de la Semana Santa. En los últimos tiempos se le ha oído decir en privado que el Pregón le llegaría veinte años tarde, sobre todo para quien lleva escribiendo de cofradías de forma original, creativa e innovadora desde hace cuarenta. Hemos leído que el Pregón de Burgos está escrito en sus Memorias de la Vieja Dama , como reseñó con tino José Joaquín León en Diario de Sevilla el pasado 24 de marzo. Cierto. Por eso Burgos no necesita el Pregón, y mucho menos el Pregón actual, donde el orador es utilizado los meses previos para dar eco a marcas comerciales de restaurantes y clubes sociales y es requerido en infinidad de actos inocuos, absurdos y frívolos por la oficialidad cofradiera. Es a la ciudad, sobre todo a la Sevilla cofradiera, a la que le gustaría oír a Burgos un Domingo de Pasión, porque con Burgos  hablando de cofradías se conjugan un alto número de oyentes y un estilo innegablemente literario, fino y popular al mismo tiempo. Si se sabe hacer, y Burgos es precisamente quien sabe, se puede escribir de cofradías sin estar condenado a ser atendido únicamente por minorías o a sólo ser entendido por el público morado. Y_un aspecto clave: Burgos no necesita el Pregón. Pero hubiera sido una vergüenza, no nos engañemos, si las cofradías no se lo ofrecen formalmente, más allá de consultas previas. Aunque hubiera dicho que no otra vez, como cuando lo hizo en privado ante su gran amigo de cafés matinales en Bami, Luis Rodríguez-Caso , presidente de 1988 a 1992, quien se fue a la redacción de Abc a tratar de convencerlo, que “testigos hay de la escena” como se dice de la iconografía de un misterio de Lastrucci. Del Pregón de Burgos se espera  el del sevillano de a pie del Arenal con paraditas para descansar los pies en el balcón familiar de la Campana, el de una devoción muy particular a la cofradía de San Roque, el de la salida romántica de la Carretería cuando media ciudad duerme el sueño de la Madrugada, el del  Baratillo de don Otto Moeckel , Rogelio Gómez y Juana la del Postigo , el de la saeta de la Jurado a la Macarena en el aniversario de la coronación, el de los armaos con su célebre Capitán, El Pelao, al frente, el de quien mejor domina y ha estudiado la riquísima jerga de capataces y costaleros, el de quien traza los mejores retratos de los personajes de la ciudad que todos han visto y ven a diario, pero, ay, lo difícil está en saber sacarles partido a betuneros, comerciantes  y capillitas anónimos tanto como a ilustres canónigos, aristócratas y políticos; el Pregón de Burgos es el del muñidor de la Mortaja, el del Silencio de los Ybarra, el Valle de Montesinos y O´Kean, la Pura y Limpia de Juan Castro , los Estudiantes de la familia Moya , el Gran Poder que mantiene la color en la cara y la fugacidad de tonalidad esmeralda de la Macarena, que para este escritor encarna la idea divinizada que muchísimos vecinos tienen de su ciudad. Sevillano de devoción particular a la Virgen de la Antigua, ante quien rinde balance privado del curso antes de marcharse al exilio estival. Y escritor de pluma ácida y mordaz cuando la realidad lo exige, incluida la de las cofradías, que hay que saber combinar lo sacro y lo profano, sobre todo en tiempos de excesos de procesiones, de la multiplicación de teóricos de las hermandades y de la aparición de pequeños inquisidores de a pie revestidos de togas, ganadas sin oposición, para juzgar sin temblarle el pulso quién está o no capacitado para llevar en la cartera el carné de cofrade ortodoxo. Hasta el propio cardenal Amigo ha desmontado con su actitud en los últimos años la falsa leyenda sobre el desencuentro entre ambos, una leyenda a la que muchos se han abonado ladinamente para esconder su temor vergonzante a que si Burgos daba el Pregón, ¿quién iba a partir de entonces a acordarse del que un día ellos pronunciaron?  Lo avisamos hace siete días, el Pregón venía este año con paso gateao, que no racheao. Burgos ha dicho que no en los últimos tiempos a un buen puñado de pregones por los que media legión de capillitas y de otros órdenes levitaría en una nube de incienso. Jamás ha buscado el de Semana Santa, más bien “ha pisado callos” que le invalidaban, según la cantinela que hemos oído año tras año en las vísperas de cada designación. Ahora se ha sentado en la puerta de su casa y ha visto llegar a la cúpula del Consejo de Cofradías para rogarle el sí. Poco trabajo tendrá Ibañez este año, porque este pregonero tiene el chaqué que le cosió el alfayate del farol de cruz de guía y que guarda como una reliquia. La verdad es hija del tiempo, que en cuestión de cofradías siempre es lento, como la coda final de Pasan los Campanilleros. Y veinte años no es nada.

Unanimidad. El presidente Manuel Román intervino en la sesión de ayer en primer lugar para explicar a los consejeros que en la Sevilla cofradiera existe un “clamor popular” que pedía el Pregón para Burgos.  La reunión duró poco más de media hora. La verdad sea dicha: fue necesario someter la designación a votación. Al parecer, los tres consejeros  menos proclives a responder a ese “clamor popular” sí esuvieron de acuerdo en que la designación se comunicara por unanimidad. El plan del triunvirato formado por Román, Cuesta y De la Peña ha funcionado. Como curiosidad, anotemos que el delegado Engelberto Salazar votó por teléfono desde una boda. Y otra: el cardenal estaba en un pueblo y tardó en recibir la noticia. A continuación, este Fiscal les detalla cómo se ha gestado esta designación en los últimos quince días.

Aquella tarde. Ocurrió una tarde de octubre de no hace mucho tiempo. El familiar de un periodista deportivo sorprende al presidente del Consejo, Manuel Román, y al tesorero, Julio Cuesta , entrando en el portal de viviendas donde reside el escritor Antonio Burgos. Cuando menos, sospechoso. No había más que esperar para tirar de la cuerda y dar con la clave. No faltaban ni diez días para la reunión de la designación del pregonero. Por eso el pertiguero de esta sección decidió dar  el pasado domingo una pista certera: el pregón viene con paso gateao, tal es la afición del escritor por este animal. Román iba a pedirle a Burgos que aceptara dar el Pregón (ad petendum praeconium). Lo hacía en su casa y personalmente como un gesto necesario tras el espectáculo imprevisto del pasado año.

La reunión. Al parecer, Burgos se explayó diciendo que no, una vez que oyó atentamente las rogativas de ambos cofrades, que le dieron toda suerte de explicaciones sobre la Crisis del Pregón, el suceso cuyo eco mediático se estiró de octubre de 2006, cuando se publicaron en esta Puerta de los Palos todos los detalles de la votación,  hasta el mes julio de 2007, cuando el vicepresidente Del Rey presentó la dimisión. Román y Cuesta debieron hacerle ver que la ciudad sí esperaba oír el Pregón de Burgos. Y por ahí lograron ablandar algo el corazón del escritor. Burgos entonces precisó cuáles eran las condiciones para aceptar la designación. Les dio su particular hoja de ruta. Si tenían verdadero interés en que él fuera el designado, no pondrían reparos.

Las condiciones. El escritor les dejó claro que no aceptaría una elección, sino una designación, para impedir que se jugara con su nombre como el pasado año. Y, entre otras condiciones,_explicó que no se prestará en ningún momento a ser objeto comercial, por lo que no se le verá posando como pregonero delante de marcas comerciales, ni de clubes ni de restaurantes, lo cual supone toda una declaración de intenciones inédita  (“Gracias, no soy hombre de esas cosas”, se le ha oído decir en más de una y de dos ocasiones). Este pregonero, en principio, no tiene en mente hacer ninguna ruta de ritos, habitualmente a mayor gloria de quien lo convoca para salir citado en el pie de la foto.

Otro dato. Los encuentros entre el designado y el cardenal en los últimos años han sido vistos con buenos ojos por la cúpula gregoriana. Tras el reciente funeral corpore insepulto del canónigo Gil Delgado, cuando el Cabildo, tras cruz arzopispal alzada, venía por últimas naves de despedir a Don Francisco en la Puerta de San Miguel, el cardenal Amigo se percató de la presencia de Burgos entre los fieles que abrían la calle al solemne cortejo. Se paró para darle las gracias y felicitar al escritor por el artículo que había publicado aquella mañana en homenaje al biógrafo de Segura. Su Eminencia estuvo muy cariñoso y respetuoso. Y el escritor, por su parte, le besó la mano, demostrando estar educado desde niño en el tratamiento al alto clero. Testigo de la escena fueron, entre otros, el periodista y pregonero de 1990, José Luis Garrido Bustamante, que exclamó: “¡Para que luego digan que el cardenal y tú os lleváis malamente!”

La noche previa. Mientras el secretario De la Peña  fue concienciando a los consejeros de la necesidad de elegir a Burgos por unaminidad, el presidente Román esperó hasta el viernes para realizar la misma labor. Quería evitar cualquier tipo de filtración que pudiera estropear el plan. Román es un presidente especialmente feliz desde la tarde de ayer. 

EL LAGARTO DE LA CATEDRAL: << Entérate qué cura estaba el pasado domingo, sobre las doce, en el confesionario de la Parroquia de San Vicente. Te lo digo porque se oían voces del interior y mi contacto se quedó perplejo cuando se percató de que no había nadie purificando su alma, sino el cura hablando por el móvil>>. Palabra de reptil metropolitano, palabra de lagarto de la Catedral.

Nota: Publicado el pasado domingo 21 de octubre. 










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