Nuestra Señora del Carmen, Capilla de la gradas de la Iglesia Colegial del Salvador. Jesús López Alfonso
En este mes de julio, no podíamos dejar de mencionar esta imagen que recientemente ha sido repuesta al culto, tras un largo e incomprensible retiro de los fieles.
El origen de la misma lo encontramos en un cuadrito de esta advocación que se veneraba en la calle Sierpes, esquina Moreno López, y que ya antes de 1793 tuvo una Hermandad propia que cuidaba de su culto [1] .
Es en 1816 cuando se sustituye la pintura por la actual imagen que conocemos, y en 1822, tras permanecer dos años en la capilla de San José se traslada a la Colegial del Salvador, donde el Cabildo le da licencia para ocupar una capilla en las gradas del templo [2] , manteniéndose de este modo el culto en público en la calle del simulacro mariano, y celebrando todos los años (y hasta fechas bien recientes) la Función Solemne a la Virgen del Carmen del 16 de Julio.
Esta capilla se encontraba en desuso hacía bastante tiempo y había pertenecido a la Congregación del Santo Rosario de los portales del Hospital de San Juan de Dios, siendo abandonada en fecha indeterminada al fusionarse con la Hermandad del Rosario y Cristo Crucificado de la Colegial (hoy extinguida también) [3] .
En este estado permaneció la Hermandad, hasta el año 1992, en el que se restaura la fachada de la Iglesia del Salvador. Obedeciendo a no sé cuales criterios (artísticos, arqueológicos e históricos desde luego que no) se decide suprimir este espacio sagrado, dejando la capilla vacía, sin siquiera techo, y respetando solamente la fachada.
La Virgen pasa entonces a la Sacristía, donde fue colocada en la hornacina del aguamanil [4] , permaneciendo en tal emplazamiento, hasta la restauración de la Colegial, en el que ha sido devuelta a su primitivo lugar de culto.
En cuanto a la imagen, podemos decir que es una escultura de pequeño formato, realizada en madera. Sigue la habitual iconografía carmelitana, en la que la Virgen aparece vestida con túnica y escapulario marrón, y capa blanca cayendo sobre los hombros. Sostiene sobre su mano derecha los escapularios y sobre la izquierda el Niño Jesús. El grupo descansa sobre una pequeña nube donde aparecen dos cabecitas de ángeles querubines. Las ropas de Madre e Hijo están estofadas en oro con gran primor, ofreciendo el conjunto una factura muy delicada llena de unción, destacando la expresión infantil del Niño y la candidez de la Virgen.
Como ya hemos mencionado, la imagen llega a la hermandad en 1816, y recientemente ha sido atribuída por José González Isidoro a Juan Bautista Petroni [5] .
La capilla de la Virgen del Carmen tenía un retablo neoclásico de madera pintado en blanco con las molduras doradas. Contaba con un banco, dos cuerpos, sostenidos por pilastras, tres calles y un ático [6] en forma de frontón triangular. En la calle lateral había una hornacina en la que se encontraba la titular, mientras que en las laterales había dos relieves con santos carmelitas y otros pertenecientes a otras órdenes (al parecer Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Antonio de Padua y otro más del que se ha perdido su memoria) [7] , así como unas lamparillas de aceite que colgaban del techo.En la pared del ángulo derecho de la capilla se encontraba una pequeña pintura que representaba a la Virgen del Carmen , con forma rectangular, cuyo lado superior en lugar se ser recto era un arco de medio punto, que pudo ser el cuadrito que estuvo en la calle Sierpes y que dio origen a la Hermandad. Parece una obra del XVIII que sigue los cánones murillescos de la pintura sevillana, y que representa a la Virgen del Carmen sentada en un trono de nubes, ataviada con el hábito carmelita y rodeada de ángeles querubines. Con motivo de la exposición de los objetos restaurados del Salvador ,en el apeadero de los Reales Alcázares de Sevilla pudimos contemplar de nuevo este cuadro, siendo intención del rector de la Colegial exponerlo de nuevo al público en los salones que se habilitarán para exponer los tesoros del templo.
La fachada de la capilla se ordena en torno a dos pilastras de ladrillo planas con frontón partido, estando pintado en su centro el escudo carmelitano. Se atribuye a Antonio Matías de Figueroa [8] . Mencionar que había en la pilastra izquierda un azulejo de pequeño formato que representaba a esta misma advocación con su cepillo debajo.
Ahora que se habla tanto de memorias históricas, no sería una mala idea que se pusiera un pequeño retablito de azulejos que reprodujese bien a la imagen o bien al cuadrito en la calle Sierpes, del mismo modo que se hizo de manera tan acertada con la Virgen de las Madejas en los Caños de Carmona.
Como ya hemos dicho, en 1992 fue desmantelada esta capilla, ignorándose el paradero de todos los bienes descritos. La última noticia que tenemos del retablo es que estuvo literalmente tirado en el patio de los Naranjos de la Colegial del Salvador, y después nunca se supo nada más de él.
Hace unos meses, la Virgen del Carmen fue devuelta a su capilla, si bien desposeída de todo el mobiliario que la hacía tan encantadora y única. Al retablo, las sacras, las lamparillas de aceite y los jarrones con flores, han sucedido una fría columna de granito.
La destrucción de este pequeño espacio nos privó de uno de los pequeños retablos públicos que habían resistido incólumes desde el siglo XIX, lleno de devoción popular.
La incultura, el desconocimiento de la historia, y el poco aprecio al arte neoclásico está haciendo que nos veamos privados de este tipo de retablos, a los que se les califica “de escaso interés”. En el mejor de los casos son retirados y guardados, en otros son destruidos sin mirar que al igual que cualquier otro estilo artístico, son un reflejo de la concepción del arte y del mundo que tenían los hombres de su época.
No dejamos de lamentarnos por las pérdidas de la Guerra Civil, las desamortizaciones o la invasión francesa, pero parecemos mirar a otro lado ante las pérdidas que sufrimos en la actualidad por los arbitrarios caprichos de unos pocos.
Nada de esto existe ya, solo nos queda en nuestra memoria, recuerdos infantiles de las noches de verano en las que veíamos la capillita encendida y nos acercábamos a ver la Virgen del Carmen en su altarito blanco.
[1] Martínez Alcalde, Juan:”Hermandades de Gloria de Sevilla”, pag. 145, Publicaciones del Consejo de Hermandades de Sevilla, Sevilla 1988.
[2] Íbidem. El motivo del traslado fueron obras en la casa en la que estaba el retablo. Tras la culminación de las mismas la Autoridad Pública les prohíbe volver a su primitivo lugar. [3] Gómez Piñol, Emilio: “La Iglesia Colegial del Salvador”, pág. 329. [4] Información oral aportada por don Ramón de la Campa Carmona, y don Gabriel Solís Carvajal [5] González Isidoro, José: “Juan Bautista Petrone y Quartín, un escultor genovés en la Sevilla de 1800”, en Boletín de las Cofradías de Sevilla n. 470, pag, 61. [6] Información oral aportada por José González Isidoro. [7] Información oral aportada por Manuel Vargas de la Cruz. [8] Gómez Piñol, Emilio: “La Iglesia Colegial del Salvador”, pág 351. Fotos: Jesús López Alfonso Artículo aparecido en el Boletín de las Cofradías nº 593 (julio 2008) y publicado en Arte Sacro con permiso del autor