Arte Sacro
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  • martes, 30 de abril de 2024
  • faltan 348 días para el Domingo de Ramos

Qué guapa ibas de mantilla. José Antonio R. Sabín.


 Sevilla, como todos sabemos, es una ciudad de tradiciones, de tópicos, de esto es así o es asao, o blanco o negro, no nos gustan los cambios, incluso nos gusta ver las cofradías en los mismos sitios porque pensamos que aunque sea el mismo sitio, la Semana Santa cada año es distinta. Soy joven, tengo 30 años, pero soy de esa manera de pensar, de que para cambios, está la ropa, y que mejor que nos dejen como estamos, que va la cosa muy bien; me refiero, como podrán comprobar, al tema de los "cablecitos" en la Avenida. Por ahora, solucionado... uff, menos mal.

Y como soy un enamorado de Sevilla y sus tradiciones, una que siempre me ha hecho mucha ilusión es que mi novia se vistiese de mantilla; y mira por dónde fue a dar hace un par de años con una persona que está tan enamorada de Sevilla y sus cosas como lo está de mi (faltaría más).

El año pasado vi cumplido mi sueño; por Reyes, su madrina le regaló la mantilla, su madre, la peineta y los pendientes... Ambos, nos llenamos de ilusión tres meses antes de que llegara la Semana Santa porque veíamos cumplido nuestro sueño: ir del brazo de la persona a la que quieras el Jueves Santo por la mañana, ¡casi ná!

Tuvimos paciencia y en Cuaresma nos pusimos a buscar el vestido; negro, por supuesto, terciopelo, como la Carretería y los nazarenos de la Esperanza... piedrecitas en el pecho, pero negro, guardando la tradición, por la rodilla. Todo tenía que ser perfecto. Yo, tranje negro, raya diplomática, corbata negra, y pañuelo en el bolsillo. Por supuesto, la gran protagonista del día, era ella... yo, de "consorte".

Pasó el Domingo de Ramos, lunes, martes, miércoles... disfrutando cada día de nuestra Semana Santa. Y llegó el Jueves Santo. El momento se acercaba!! Salí de mi casa a buscarla a casa de una amiga donde la estaba peinando y poniéndole la mantilla... Llamé al timbre, subí y cuando me abrieron y la vi allí sentada poniéndose las últimas horquillas me quedé embobado y sólo me faltó una sábana en el suelo para no manchar el parqué con la baba... Estaba guapísima, y el caso es que yo lo intuía, sabía que lo estaría, no tenía ninguna duda.

"¿Nos vamos? - Uy, qué vergüenza..." ¿Vergüenza? Pero si Sevilla se rindió a tus pies cuando te vió vestida de Mantilla. ¿Habrá algo más bonito en esta bendita ciudad que una Mujer de Mantilla o de flamenca? 
 
Tuvimos la mala suerte de que llovió, y nos refugiamos en Los Negritos. Pero la lluvia no enturbió en ningún momento la belleza de mi novia, más bien al contrario; para mi seguía siendo la más guapa. Más ancho que largo, así me sentía, sobre todo cuando le decían lo guapa que iba.

Y a cada paso que daba, Sevilla temblaba y se rendía a sus pies... De vez en cuando me paraba para ponerle bien las horquillas y todo estuviera en su sitio; estuve todo el día pendiente de ella. Y lo estaré toda la vida, si Dios quiere, todo por el gran Amor, con mayúsculas, que siento por ella.
 
Somos jóvenes pero eso no quiere decir que no queramos a nuestra ciudad; al contrario. Hay que luchar por mantener tradiciones como la Mantilla, que no se pierda.

Porque en Sevilla, el Jueves Santo,
o se queda uno en casa,
o se viste de Mantilla.

Foto: Francisco Santiago.










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