Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo Ordinario
  • lunes, 17 de junio de 2024
  • faltan 300 días para el Domingo de Ramos

Liturgia. El Diácono. Generalidades. Jesús Luengo Mena.


 Vamos en una serie de artículos a analizar la figura del diácono, su papel en la liturgia y su rol dentro de la misa. Diácono significa en griego servidor.

Comenzaremos diciendo que, dentro de los ministerios ordenados, hay tres grados: diaconado, presbiterado y episcopado. Ministerio ordenado significa que en el rito hay imposición de manos y que la persona que es ordenada pasa a pertenecer al orden clerical, o sea, deja de ser laico. Generalmente es un paso previo a la ordenación sacerdotal aunque existe el diaconado permanente, o sea, diáconos que permanecen en ese grado toda su vida. El Vaticano II restableció el diaconado como grado propio o permanente, no sólo como un paso más para llegar al presbiterado.

Los requisitos para acceder al diaconado son varios: ser varón, estar seguro de haber sido llamado por Dios y tener las cualidades humanas y espirituales para ser un digno ministro de la Iglesia, además de recibir la formación adecuada.

Es al propio Obispo a quien compete decidir acerca de la ordenación de los candidatos al diaconado. Se puede ser soltero o también acceder al diaconado los varones casados. Si es soltero la e dad mínima es de 25 años. Si el ordenado es célibe una vez ordenado se le exige celibato perpetuo.

Los candidatos deben h aber recibido los tres sacramentos de la iniciación cristiana: Bautismo, Primera Comunión y Confirmación. Deben ser hombres de fe y de oración, abiertos a las invitaciones del espíritu y a las necesidades de los hombres. Los aspirantes al diaconado d eben ser hombres de oración, de misa diaria, de confesión frecuente, llevar una vida familiar sólida y normal, que se proyecte como un ejemplo para los demás, destacar por su espíritu de servicio, tanto en la iglesia como en el medio social en el que vive. 

Además d ebe ser un buen colaborador en la evangelización, debe ser un hombre con una gran madurez humana, equilibrado y con discernimiento, capaz de escuchar y de dialogar.

Si el aspirante es casado, a demás de las condiciones anteriores, es necesario tener al menos 35 años de edad en el momento de la ordenación y su esposa debe conocer y aceptar el camino que desea iniciar el marido, así como que sus hijos puedan comprender, según su capacidad, la vocación de su padre. Asimismo acepta que, en caso de viudez, no puede volver a casarse. Debe ser, junto a su esposa, ejemplo viviente de la fidelidad e indisolubilidad del matrimonio cristiano, impulsando una auténtica espiritualidad familiar. No deben olvidar que la vida familiar es una de sus fuentes privilegiadas de santificación. Así entonces, las esposas de los diáconos tienen un papel de primera importancia en la vocación de su marido. Ambos deberán apoyarse, ayudarse y crecer juntos en la vida espiritual.

El diácono debe velar por mantener un sano equilibrio entre las obligaciones propias, por un lado laborales, de esposo y padre por otra y con la misión pastoral encomendada. Su vestidura propia es el alba con la estola cruzada desde el hombro izquierdo y la dalmática, sobre todo en las ocasiones solemnes.

Hasta la restauración del diaconado permanente su papel era secundario, e incluso se podía prescindir totalmente de él. Hoy día redescubrimos la importancia de su rol en la vida de la  Iglesia y de nuestro mundo.

A diferencia del laico que puede ocasionalmente “dirigir” una celebración no-eucarística y cumplir algunas funciones en la misa, el diácono puede “presidir”, en nombre de la Iglesia, algunos sacramentos y sacramentales: bautismos, testigo oficial y bendición del matrimonio, exequias, ejercicios piadosos, además puede “pastorear” en cierto modo comunidades cristianas

(evangelización, catequesis, ministerio de la caridad, pastoral de ambientes...) No hay duda de que en estos últimos años, nos hemos dado cuenta de su aporte extraordinario para la vitalidad de nuestra Iglesia. Las parroquias que cuenten con un diácono pueden considerarse felices.

El diácono está ordenado “ad Librum et ad Calicem”. En un próximo artículo analizaremos más en detalle en que consiste su papel y cuales son sus competencias.

Jesús Luengo Mena









Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.