Arte Sacro
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Felicidades, Santa Ana, en tus vísperas solemnes. Juan Manuel Labrador Jiménez


A Manolo Lozano, gran conocedor de esta trianera devoción

 Santa Ana, la Virgen y el NiñoHay olor a sardinas en los Chorritos de la calle Betis, y jóvenes de edad y de espíritu pescando con sus cañas en la zapata del río, mientras el puente aparece engalanado con farolillos de fiesta grande en el barrio. Amanece otro 25 de julio, onomástica del apóstol Santiago, y Triana se prepara para vivir las solemnes vísperas de la festividad de su patrona y abuela bendita, la Señora Santa Ana.

En estos días, el barrio recupera su sabor de antaño, de pueblo clásico, sencillo y humilde de la blanca y luminosa Andalucía. Por la calle Pureza, angelillos revolotean buscando la torre del templo que los trianeros consideramos nuestra catedral, y desde su campanario, largas guirnaldas nos anuncian que se acerca el día grande. Triana, que de festejos sabe mucho, disfruta de las vísperas como un tiempo especial que nos prepara para una solemnidad importante, como cuando se alzan los altares efímeros en las calles para la procesión del Corpus Chico, o como cuando en largas colas de Jueves Santo, la gente llana del barrio espera la salida de la Esperanza, que a su vez, es víspera del procesionar del Cachorro, o incluso cuando por Evangelista, en plena época pascual, vibran las emociones rocieras ante la inminente marcha del Simpecado a las Marismas...

Vísperas eternas en el alma de Triana, que se postra de rodillas ante la Señá Sant´Ana, justo a la hora en la que da comienzo el octavo día de novena, ese mismo instante en el que el Sol cae por el Aljarafe y los muchachos esforzados del antiguo arrabal han finalizado su intento de alcanzar la soñada bandera de la cucaña. Da comienzo la eucaristía, sin embargo, por la sacristía y por la torre de la parroquia no deja de haber movimiento ante la preparación de lo que será una noche larga, intensa y emotiva.

"¡Oh, gloriosísima Ana, danos salud y alegría!" será la jaculatoria que más se repita en la mente de todos aquellos que trabajan con cariño ilusionado para que todo esté listo para las doce de la noche, cuando ya empiece, según las calendas, el día vigésimo sexto del mes de julio.

 La torre de Santa Ana engalanadaEn torno a las nueve y media de la tarde o de la noche -en verano, todos dicen de la noche, cuando ésta aún no ha llegado realmente, cosas de nuestra lengua andaluza-, se cierran las puertas del recinto sagrado, y comienza un rito íntimo y maravilloso consolidado en esta nueva etapa por el párroco que la abuela de Dios quería para su casa. Se inicia el descenso, desde su camarín celestial, de la Madre de María Santísima para pisar nuestro suelo, y así poder acercarnos a ella para poder susurrarle al oído, aunque sólo pueda ser un día al año, tantas peticiones y ruegos a la par que besamos su mano bendita, aquella misma que, en épocas anteriores, era llevada al domicilio de las parturientas cuando iban a dar a luz a un nuevo trianero o trianera. Mientras tanto, contrastes de la noche, el silencio emocionado del templo es bullicio y algarabía por las casetas junto al río Guadalquivir.

El minutero se aproxima lentamente al trazo vertical que apunta a las doce de la noche, la Santa está esperando que se abran las puertas de su casa, y cuando llega la mágica hora, bengalas y cornetas anuncian a los vientas de Triana que por fin llegó el día de nuestra patrona. ¡Que repiquen las campanas cual feliz nochebuena trianera!, ¡que repiquen, que su estruendoso sonido comunique a todos que empezó realmente el día en torno al que giran estas fechas de plena efervescencia en el barrio que era guarda y collación de Sevilla!

Una voz brota en medio del templo, que en nombre de todas las gentes que veneran a la Señá, se encarga de felicitar, con ritmo amoroso y acelerado ante tanta emoción y entusiasmo popular, a la abuela en esta jornada tan especial. Y por fin, Triana toma la crujía de la parroquia hasta desembocar en el presbiterio, donde depositará miles y miles de besos sublimemente devotos.

Por todo ello, Triana es como es, y recuerden que

justo en frente de Sevilla

hay un barrio con solera,

pues su gente es trianera,

y sentada en una silla,

con luz propia siempre brilla

Señora Señá Sant´Ana,

mujer que es rosa temprana

y de Dios su dulce Abuela,

y en su corazón se cuela

todo el amor de Triana.









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