A la Virgen de la Merced. Javier Ramos Sáez.
Imagen idealizada de la Belleza de María. Entendemos por Belleza el concepto platónico de perfección divina, de lo absoluto. Y eso es lo que transmite la Virgen de la Merced , la divinización de una Madre Primera, una Madre de Dios que en su parte terrenal escondía su inmaculada sacralidad. Es una imagen que retorna a los tiempo del gusto fino y sin excentricidades. Obra de Sebastián Santos. Supo este imaginero crear la identidad pasionista de idealización y corrección en las formas, de sublime proporción.
Transmite la Merced la desesperación contenida, la búsqueda de un Hijo que está perdido en el plano terrenal y que va acompañado por ángeles al Cielo del Padre. La mirada perdida, y diluida por un mar de lágrimas que cada Jueves Santo va en la búsqueda del Señor acompañado por el gran amigo de Jesús.
Es una Madre, Nuestra Madre y una Señora, Nuestra Señora...Y es la carga de nuestros pecados en Jesús lo que la hace llorar. Es un dolor roto, que ya no cesará en la Eternidad. Lágrimas divinas en un tiempo absoluto, que en un tiempo remoto hallaron sentido en el yugo de la humanidad y que no cesa hoy en día.
Como su color lo indica, el blanco mercedario, su Alma blanca de pureza mira a los ojos de los que encuentran en Ella la paz de su soledad. Nuestra Madre y Señora de la Merced , en su Infinita Gloria, siga siendo baluarte de sentimientos en Pasión y que siga siendo Madre admirada por los siglos de los siglos.
Pasión de Cristo, conforta a Tu Madre en la desesperación del período de tu Pasión.
Javier Ramos Sáez