Arte Sacro
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Escucha Sevilla, que te voy a contar un secreto. Isabel Serrato Martín.


 Han venido hasta las altas temperaturas para disfrutarte. Todo ha empezado. Mayo camina ya en sus días y sus días ya son tan largos como que a la hora de dormir los niños aún no se le ha ido la luz al cielo.

Y ahora cuando llega uno de los meses más bonitos del año, tú coges y te vas de la ciudad. Pero hoy no te voy a hablar otra vez a ti, te estás mal acostumbrando, hoy quiero contarle un secreto a mi Sevilla del alma.

Y es que el secreto del que te quiero hablar ya empezaste a disfrutarlo el fin de semana pasado. El secreto del que te hablo, lo enmarcas en una visión como lo moderno, en una panorámica 3D, pero sin necesidad de gafas especiales; incluso sin la necesidad de la sorpresa porque esta visión no es nueva, lleva con nosotros mucho, mucho tiempo.

Mi secreto tiene hasta un pregón, que magistralmente llenó de poesías, maravillosas, un buen médico de Sevilla, un encargado de Dios, de traer nuevas vidas al mundo.

Este secreto del que te hablo tiene su punto de salida en la base, en el centro del cristianismo de Sevilla, la Catedral. Y no digo que otros lugares sean peores, digo que aunque el sonido se escape entre grietas de viejas paredes, aunque la banda cercana suene a lo lejos, aunque el reloj al sonar sus campanitas y la luz encendida a hora tardía despierte a algún que otro mamífero que duerme en las paredes, aunque parezca grande y sea mayor, aunque no hay aforo limitado, no encuentro mejor lugar para que se le hable a Madre o en este caso a tan hermosa Santa.

Has tenido que echar de menos la ciudad, porque ya has vuelto. Ya te decía yo que Mayo a pocos se les resistía.

Este secreto que te cuento Sevilla, tiene aires más puros, quizás sea otra manera de respirar que la de cuarenta días, días de ensayos, “igualás”… tiene aires, no sé si decir, de menos puñaladas por las espaldas, aunque tristemente las haya.

Me alegro que quien prefiriera quedarse con mentiras que otros les contaban antes que venir a preguntar a quien de ti sabemos, no pertenezca a este secreto, porque mi tiempo es poco para gastarlo en semejante sinrazón. Yo me quedo contigo, secreto de mi alma, secreto a voces, secreto que es mi verdad por bandera. Y yo no miento si es lo que te preocupa, tampoco traiciono, porque vengo de nacer en este mundo tan pequeño, donde cada hecho es tan notablemente público, que he aprendido a no traicionar.

Hoy Sevilla, a punto estoy de ir a buscar, andando, a lo que para mí es el colofón a mi secreto. Hoy Sevilla que ya pienso en buscar marismas con quien no es mi “Simpecao” de costumbre, no por ello menos querido, hoy Sevilla yo te guardo y te cuento un secreto.

Un secreto que se está llenando de funciones principales, si es que sin decirlo el poeta ya sabemos que Mayo es el mes de María. Un mes de cultos, de novenas, de arenas, de “chaparrones que lavan los pinos”. En esta ocasión al caminar por las calles del barrio no tendré que volver a olvidar, porque no se puede olvidar a quien no dejó huella, y eso que pisaré las calles que antes pisaste haciendo tuyo un barrio. Con mis pisadas, - con mis pisadas diarias-, piso fuerte el pasado para impulsarme al futuro.

Y es que si yo supiera, Sevilla, cómo me lo iban a agradecer, jamás le hubiera brindado ni un sólo de mis folios en blancos.

Es demasiado rencor –perdóname Señor- el que me puede y prefiero seguir hablándote del secreto.

Secreto que ya está en tus calles, que próximamente será tu alegría y pronto por tus calles será Salud que tantas veces echo de menos.

No te describo el secreto, no soy capaz, -¿quién es capaz?-, saldré a su encuentro, a saberte siempre, a olerte en cada rincón, a renovarlo año a año, para que siempre pueda saber de él.

Saldré a ti Sevilla, porque en tus calles se escribe el secreto, se narra el secreto. Secreto que es un canto, una bendición, es alegría, es promesa, es barrio, es júbilo, son mayores que son niños, son niños con pantalón corto o diadema y su primer cirio, mi secreto es melancolía, es nostalgia, es saberte infante, es saborear tu nombre…

Mi secreto son, las Glorias de Sevilla, para ti, Sevilla.

Foto: Francisco Santiago.










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