Carlos Colón habló de Cruz y de Gloria ante la Virgen del Amparo
Juan Manuel Labrador. Acababa de celebrarse la sagrada eucaristía en el altar mayor del templo, cuando la Iglesia de la Magdalena se encontraba expectante ante la Exaltación que el periodista Carlos Colón iba a pronunciar bajo la atenta mirada de la bendita Virgen del Amparo. A las nueve de la noche daba comienzo el acto con la interpretación de la marcha Virgen del Amparo de Peralto, y acto seguido, Eduardo del Rey Tirado procedió a trazar el perfil del hombre que tendría el honor de susurrarle piropos a la Virgen minutos después. Tras esta presentación, se produjo el estreno de la marcha compuesta por el maestro Pedro Morales, titulada Amparo, y que ha realizado con motivo de los dos siglos y medio transcurridos desde que la hermandad letífica del antiguo compás de San Pablo jurase defender el Voto de la Mediación de Nuestra Señora.
Tras el devocional saludo a la Virgen, y dedicar su alocución a la memoria del recordado párroco don Antonio Domínguez Valverde, Colón procedió a narrar líricamente los acontecimientos ocurridos aquel lejano 1 de noviembre de 1755, festividad de Todos los Santos, insistiendo que, a pesar de los grandes destrozos que se produjeron en Sevilla, "en la Magdalena, no pasó nada". Hizo, igualmente, un sentimental recorrido por las devociones de la feligresía de la Magdalena, y unió la devoción al Amparo de María con la Esperanza que nos ilumina en la Resolana, con la Amargura que invade el alma en San Juan de la Palma, y con la fe en su Hijo, Gran Poder de Sevilla.
Pasó por las advocaciones marianas que han desbordado de fervor nuestras calles desde el pasado mes de mayo, para concluir con una idea conmovedora, y es que al final de todo, siempre está el Amparo de la Virgen. Aunque el mensaje de su exaltación se resume en dos palabras fundamentales: Cruz y Gloria, ya que decía que en la Magdalena habita el combate "de la Gloria y de la Cruz", pues recordemos que a ambos lados del Altar Mayor, la Gloria habita en el rostro de la Virgen de noviembre, mientras que la Cruz es aquella es la que está clavado el cuerpo yerto del Cristo del Calvario.
A través de la memoria, realizó un hermoso recorrido por las calles que la Señora visita en su procesión otoñal, haciendo aflorar entonces su mensaje claro y rotundo, y es que cuando la Virgen entra en el templo, acaba el tiempo ordinario y comienza el adviento cuando al día siguiente, la Virgen de la Presentación recorre las naves del recinto sagrado para llegar a su altar de triduo.
Una vez finalizada la exaltación, de forma medida y correcta y de fondo sencillo, Pedro Morales, autor de la nueva marcha, dirigió la banda para volver a interpretar su composición por segunda vez, ante la buena aceptación del público allí congregado. Esperemos disfrutar hoy de esta hermosa Virgen por las calles de su barrio a los sones de la plegaria hecha música del maestro Morales.
Fotos: Juan Manuel Labrador