Arte Sacro
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A través del antifaz. Solemne Dolor. Alberto De Faria Serrano


 Se no escapa de las manos la espera como huyendo del estallido que se presagia, su ímpetu nervioso y voraz consume la cuaresma a golpe de fervor y noches en vela. Si te cae alguna intempestiva gota bajo el tórrido sol de abril, no temas que es porque  está llorando una Virgen por la Providencia de su Hijo que ya vuelve a acunar en su regazo ; Siete Dolores en el pecho te atraviesan como sietes puñales de agonía en vida. Por Cardenal Cisneros recolectan el amargor de los naranjos para que sea más frugal el escaso chirimiri de azahar que queda para las de los Dolores y de la Cabeza. En alguna floristería también se acopia y se recolecta el pedido que lloverá en O´donell a la memoria de los Fonseca. Ya se han subido por impaciencia de Madrugá: las dos a la misma vez, no han aguardado ni a que se termine de fundir la cera; inquietas y traviesas las dos, se quieren ya dar por entera e intuir más de cerca, el Altozano y el Arco. Ya más no esperan .


Más Ella ya se había subido con su sigilo acostumbrado. En la soledad de la noche sin que el primitivo de infantería se hubiese percatado. Con el mimo exquisito. Con el tempo del rito en su frente marcado, Ella espera sobre su templo de plata y terciopelo de seda y oro fino bordado. Y allí, como que se adormece en el sueño de una nueva Madrugá de azahar y dolor extenuado. Comienza su Triduo Doloroso a la que fue concebida sin mancha. Tres días de meditación nazarena. Tres vigilias de purificación espiritual bajo el umbral de la liturgia cantada. Tres columnas de incienso puro, edificarán el templo robusto de una nueva penitencia de los Primitivos Nazarenos. Sin más ojos que para nuestra Madre Purísima en la Concepción. Maestra en el Dolor.


El Cirio Votivo aguarda paciente para ser encendido. La espada a ser prendida. La Bandera Blanca en el altar a ser suspendida. Las cinco cruces de Jerusalén que Ella lleva cosida en oro en su pecho, serán, cual fuego abrasador, al nuestro de ruan, grabado como la defensa del dogma. La densa cera blanca intacta está ya en camino. Más eres capaz de percibir su fragancia quemada que la llevas impregnada imperturbable en tu memoria a poco que cierres lo ojos y te transportes a tu tramo. Sueñas una de estas noches que Francos es el vergel acústico donde mejor se oyen las saetillas o que la cadencia de una cofradía acompasada y perfecta paraliza el tiempo antonino por la Cuna de la Vida. Y que antes que llegue el Alba de Esperanza, se anticipa el gozo infinito del tercer día ante tus ojos al atravesar en el Silencio el túnel del Paraíso . Así lo creo, así lo prometo, así lo espero .

Foto: Juan Alberto García Acevedo.










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