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9/12/2004- De Frente: Celebrar o no celebrar?. Como ni a los españoles, ni a los andaluces, ni a los sevillanos, ni mucho menos a los cofrades nos pone nadie de acuerdo, la comidilla actual es si las hermandades celebran o no demasiadas cosas extraordinarias. Hay opiniones para todos los gustos. El otro día me comentaba un conspicuo cofrade las discusiones que tenía con compañeros de trabajo que no compartían sus creencias, devociones o aficiones, en una palabra, esa gente que les repatea ver un paso en la calle. Sus argumentos eran ya manidos: “es que iba con el coche y me encuentro una calle cortada por un paso”, vamos, que según estos conciudadanos, la libertad de manifestación sólo debe existir cuando se reivindica el aborto libre, el matrimonio de los homosexuales o se apoya al pueblo saharaui, pero no para otro tipo de manifestaciones, como las religiosas, que, en definitiva, eso es lo que se pretende con una procesión, hacer pública manifestación de fe. Aparte de que las procesiones, tanto ordinarias como extraordinarias suelen realizarse en días y horas de poco tráfico (fines de semana, normalmente por la tarde-noche), con lo cual el trastorno que se causa es menor que un día laborable, estas personas no recapacitan en la consecuencia económica beneficiosa para la ciudad. Indudablemente, los bares del entorno reciben una clientela extraordinaria, los desplazamientos (en transporte público o privado) igualmente aumentan, muchas personas aprovechan la ocasión para estrenar ropas o complemento, se editan publicaciones extraordinarias... En definitiva no sólo se trata de sacar un paso a la calle, ello conlleva mucho movimiento económico del que se beneficia Sevilla. La cuestión no es tanto si deben o no salir de forma extraordinaria imágenes a la calle (que pienso que sí), sino si por ese afán de los cofrades de imitar lo ajeno, no estamos sacando en exceso a las imágenes y qué motivación hay para ello. Hay cada uno tiene libertad para opinar, no hay una norma que establezca cuando sí o cuando no, y yo particularmente pienso que hay ocasiones en que está justificada la conmemoración más que en otras. Por ejemplo, ya es común que Hermandades que celebren aniversarios fundacionales saquen a la calle de forma extraordinaria a sus titulares, y no es una cosa de ayer por la mañana, en los años cincuenta y sesenta ya se hacía, lo que ocurre que no es lo mismo celebrar un cuarto centenario que unas bodas de plata, de oro o de diamante. Con las Coronaciones Canónicas, como se trata de recordar una ocasión extraordinaria en que las Vírgenes salieron, la procesión no es chirriante. El abuso se comete cuando se celebrar aniversarios tangenciales, como el de la proclamación de la Realeza, en el que la Hermandad de la Cena intervino, sí, pero no fue la principal protagonista y ni entonces ni hace 25 años llevaron a la Virgen del Subterráneo a la Catedral ¿por qué ahora sí? Las salidas deben, además, estar rodeadas de motivación y preparación, que no ocurra lo que a San Benito que, primero no se sabía bien qué es lo que celebraba, un 450 aniversario es una conmemoración rara, y después, aunque oficialmente se diga, muchos pensamos que esta Hermandad actual no es aquella, y si además durante el año apenas se hace nada para conmemorarlo, pues llega diciembre, y encima sábado, y la Virgen va casi sola. Entre celebrar y no celebrar, me quedo con lo primero, es bueno sacar las imágenes a la calle, pero hay que hacerlo con razones suficientes para que no seamos lo que muchos piensan que somos. |
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Foto Cabecera: Archivo Serrano - © Arte Sacro 2004 |