Arte Sacro
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  • viernes, 26 de abril de 2024
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Hasta siempre, Hermana. José Manuel Rodríguez Nuñez


 A media mañana, me ha llegado la noticia, triste y además precisamente ahora no tan esperada, aunque sabíamos de sus males últimamente, pero como nunca ha dejado de estar presente en todo, por todo y para todos, era como si estuviera como una rosa.

Pocas personas habrá en las Hermandades de Sevilla, como Ana, (una de  las supernenas) de  la Hermandad de los Dolores de Torreblanca, cercana a la centuria, con sus noventa y pico a las espaldas, enferma de seriedad, ha estado hasta ultima hora, dando la cara, ya podía ser una misa para cuatro que una Función Principal de Instituto, allí estaba ella, bolsita limosnera en ristre levantándose para pedir el donativo, pendiente de todo, limpiando, acicalando, organizando ,lo era todo, nadie dude que a  las patas del Banco de Leonardo, hoy se le ha caído una pieza y se va a notar y mucho.

Conocí a Ana hace años, cuando mi Hermandad del Carmen y Torreblanca eran hermanas de día en las Vísperas, y la conocí, porque se hacia notar , siempre en silencio, sigilosa, perenne, constante, ella no te hablaba para que la vieras, pero como siempre estaba, pues eso, se hacia notar, sin querer ser notada.

Deje de verla y cuando hace 7 años, tuve la enorme dicha de ser designado Prodelegado de Vísperas, volví a tener ese contacto con ella que había perdido, la veía en todos los actos, y ya con el roce hasta me envalentone y cuando llegaba la saludaba y le preguntaba como estaba, la respuesta siempre la misma, bien, al lado de ellos siempre estaba bien, sus ojos brillantes, su mirada tierna y humana, nunca le vi un vestido que no fueran sus batitas de diario, nunca le conocí en mas de 20 años, unos zapatos que no fueran sus babuchas (porque se dice así, Babuchas) negras y a mi aquello me marco, siempre dije y lo mantengo ahora que te has ido, que Torreblanca tenia muchas grandezas, pero que tu Ana, definías perfectamente la Hermandad , porque existía, adonde iba, que hacia, y sobre todo porque era grande, y lo era por gentes como tu.

Llegado el Vía Crucis, del año de la Fe , todas las miradas se volvieron a ti, hasta yo pregunte si ibas a ir, como lo ibas a hacer, que te hacia falta, pero otros ya se me habían adelantado, y todo estaba previsto, sin grandes alharacas, Sevilla, te vería junto a el, pero como tu eras, sencilla y humilde como el titulo de tu hermandad, aquellos que fueron tus asesores de imagen en aquella ocasión, te juro que hoy lloran amargamente y no tienen consuelo.

La última vez que te vi, pasaste con el limosnero, ante mí y apreté tus manos arrugadas fue en los cultos de Septiembre de la Virgen de los Dolores.

Se que todas las hermandades tienen gentes como tu, pero para mi has sido santo y seña del porque existe Torreblanca, el señor cautivo ante Pilatos, tu Virgen de los Dolores y el Santito, San Antonio de tus amores.

Te vamos a echar mucho de menos, tus hermanos de nomina mas que yo, pero yo también, y desde hace unas horas que conocí tu marcha, andaba yo dándole vueltas a la cabeza, porque no iba a rendirte un homenaje, que siempre te quise hacer.

No ando yo tampoco muy allá, pero como estas cosas salen del corazón, tan solo había que ponerse ante el teclado y dejar fluir los sentimientos.

Han dicho por ahí , que soy un Delegado atípico, que parezco uno mas de vosotros y de las ocho restantes hermandades de vísperas, que rompo moldes, no se, pero si esto es así, pues si y lo hago de corazón, porque todo ha de saberse.

El suelo de Santa Marina, que pisaste, sin pisar Sevilla, es hoy el cielo de Torreblanca, espero que cuando hayas llegado, te hayan recibido los tres, pero mas espero que llegaras como eras, con tus babuchas negras, y el limosnero en la mano diciendo a boca llena , que vienes de una Parroquia a donde a muchos aun les da miedo llegar, donde vive la cautividad de Dios y el Dolor de su madre, donde radica canónicamente una hermandad, a la que gentes como tu la hicieron Grande, muy Grande.

Este Delegado hoy también llora tu perdida, porque para conocer, apoyar y reconocer la labor que has hecho yo también quiero estar al lado de los tuyos, y si con eso se rompen moldes, queden rotos ,pero creo que para eso estoy aquí.

Descansa en Paz, Hermana, te lo mereces.

Tu Señor de Torreblanca, el Dios de tu Plaza de las Acacias, te acoja en su Reino.

José Manuel Rodríguez Nuñez










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