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Lanzaderas con barcas, bueyes y caballos. Juan Luis Pavón. Diario de Sevilla.


La sociedad sevillana ha aceptado sumisamente una disparatada escala de prioridades. Tenemos tres estadios y no hay tren de cercanías entre el Aljarafe y Sevilla, ni entre Alcalá de Guadaíra y la capital. En los escasos autobuses metropolitanos da tiempo a hacerse las obras completas del fundador del sudoku. La ratificación de la lentitud como un valor autóctono puede animar a algún ayuntamiento aljarafeño a utilizar las carretas de bueyes como línea lanzadera. Los bóvidos no parecen muy compatibles con el bonobus pero tardan lo mismo y se ambienta mejor la demora cantando y tocando las palmas. Si les ponen pañales a los bueyes, se le pide a Bruselas una subvención como transporte ecológico y no contaminante y ya tenemos la creación de empleo con dos turnos de boyeros al día por carreta, más los relevos en fines de semana. Otro tanto puede hacerse aprovechando la creación de la Ciudad del Caballo. Los carriles bici no bastan, hay que crear dos carriles-enganche que favorezcan el desplazamiento (con capota) por los ejes norte-sur y este-oeste. Qué buenas tertulias con vistas panorámicas y sin estresarse con las manos al volante. Y no podemos dejar de recuperar la tradición de los puentes de barcas, y además hay que dar carga de trabajo a los astilleros creando una flota de barcazas como la que aún existe en Coria del Río. Ya tenemos algo que estrenar en las ferias internacionales de turismo. Sevilla, la ciudad donde correr es de cobardes.

La romería de las horas punta aún no tiene pregonero ni rimas en fila india y en las paradas del camino. Pero el derroche energético y cronométrico en el que están sumidos tantos ciudadanos no tiene más salida a corto plazo que una reconversión hacia el teletrabajo, la teletienda y la educación a distancia de padres e hijos colapsados tres veces al día. Ya pueden ir financiando las cajas de ahorros en el Aljarafe la masiva extensión del ADSL, del wi-fi y el e-learning de formación asistida por ordenador para que miles de familias adosadas sigan prosperando y no sucumban definitivamente al desánimo en la SE-30 o en la A-49.

Y no olviden reforzar la plantilla de psicólogos, para aprender a ser felices viéndose las caras a todas horas en casa.










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