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Cuando el sueño de los niños se hace realidad. Isabel Serrato Martín.


 Hoy, no os vengo a contar un relato imaginario, aunque el título del artículo lo parezca. Sucedió, el sábado 31 de mayo del 2008, en el barrio de la Calzada. Me doy cuenta que este barrio es, simplemente, el barrio de la ilusión de Sevilla. Entre sus viejas paredes, sus acueductos legendarios y sus amantes arraigados en la costumbre más hermosa de ser de la calle oriente, se encuentran dos hermandades, una que es imán para Sevilla, hace de un pueblo una sonrisa ante el andar portentoso de un paso de misterio, aunque a todos nos duela que Lo condenen, donde un pueblo recoge cada gota de Sangre que Cristo derrama por nosotros y donde un pueblo encuentra el hogar más hermoso, bajo el manto dulce, mirada eterna, de la Reina, Encarnación de la Tierra. Luego llega la gloria, que es ir más allá de la vida, cuando un barrio proclama, que Nuestra Señora de Valvanera es la dulce imagen de una madre, Patrona de gente trabajadora, madre de un niño, del que todos deberíamos aprender lo que nos muestra en su bendito libro.

Pero en mayo, se abre un paréntesis, durante sus primeros domingos, paréntesis de ensayos, para culminar en una fiesta que el último sábado del mes, tiene su precioso final. Sencillamente, se trata de una Cruz de Mayo, jugar a los pasitos decíamos muchos y dicen los que no han mirado aún a los ojos de los niños que la llevan y pueden contemplar en ellos la ilusión del mes de mayo, donde se representa que Dios venció a la muerte y le regaló ese mes, de flores y alegría a su Madre, María.

 Cruz de Mayo de San Benito, donde se dio paso a la juventud. De capataces, experiencia bajo Cristo y amor y trabajo por su hermandad. De contraguías, nieto de vieja ya dinastía arraigada en el barrio de La Calzada y niño desvivido por todo lo que lleve consigo el nombre de la Hermandad.

Dirán muchos, “ya está, Isa, con su hermano, el otro contraguía”. Si, aquí estoy, orgullosa de él, pero desde siempre, desde el diez de enero del año 1993 cuando vino al mundo y le dio a mi vida el sentido que me faltaba. Pero ayer, permitidme, que disfrutará, dejadme que enmarque el 2008 como el año, de volver a regalar la sonrisa a la vida. Mi hermano el pasado Martes Santo volvió a acompañar al Señor de la Presentación en su evangelización por Sevilla, y en la tarde del 31 de Mayo fue contraguía y capataz de su cruz de mayo. Increíble, ¿verdad Irene? Después de tres años…Pregonera, te recuerdo que tu padre ha contribuido mucho al milagro de volver a verlo de pies, ¡Cuántas veces se lo pidió a sus Angustias! Y ayer, que cara de ilusión tenía Don Alberto Gallardo cuando vio a su Fran, decirle a los niños de la Calzada, “ole las traseras flamencas”.

Pero mi hermano, es uno más de los casi cincuenta niños que ayer confirmaron que la cantera del costal en San Benito es realidad. Son muchos los que se creían que era Martes Santo y por fin iban debajo de Él. No me queda más, que aprender de nuevo de la vida, y asegurar que la sonrisa de un niño, está por encima del hombre, y no me queda más que volver a exclamar que la vida cofrade de un niño, es la vida más inocente, más ilusionada, de todas cuantas vidas cofrades existan. Ojalá Dios, haga de ellos un mañana como este presente, y ojalá el hombre de hoy no le enseñe las políticas cofrades, vergonzantes, de hoy, y sean hombres cofrades del mañana, con la ilusión y la vida del niño de hoy. San Benito, Hermandad, ahí los tienes, el patrimonio humano más rico de cuantos tenga. No votan, no van a cabildos, siguen teniendo ilusión. Un cambio de rumbo en la educación cofrade, aprendamos pues de los niños.

Enhorabuena, a todos, y en especial a ti, que hiciste de tu trasera, la alegría de cada levantá, hiciste de ellos cada chicotá, llevaste no al cielo, sino a la gloria que está más lejos, a los niños de la Calzada, que sueñan con años que vendrán, donde pasear a Dios y a su Madre.

A los Capataces y contraguías de la Cruz de Mayo de San Benito.
A los hermanos García Acevedo, por acudir a la llamada de sus amigos.
A los que  ayer sembraron las semillas, del fruto del hoy.

Fotos: Juan Alberto García Acevedo.










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