Lo peor de todo son las reacciones. Luis Carlos Peris. Diario de Sevilla.
AUNQUE el terrorismo que se embosca en las redes sociales para campar impunemente a sus anchas intente torpedear mi sensibilidad con argumentos zafios, el ataque perpetrado al Gran Poder lo he sentido en mis carnes. Posiblemente sea una ridiculez a ojos de esos francotiradores, pero me sentí profundamente dolido porque el Señor ocupa un lugar preeminente en mi vida desde que fuese cada viernes a verlo de la mano de mi padre. Posiblemente, esa gente que se arroga la progresía más casposa que hubiésemos podido imaginar vea ridícula esta forma de querer a ese trozo de madera que, mediante Juan de Mesa, tomó la imagen del auténtico Hijo de Dios.
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