Ignacio Pérez Franco pregonó a la Semana Santa con la Fe de un cofrade cristiano
Daniel García Acevedo. Ignacio Pérez Franco pregonó a la Semana Santa ayer, Domingo de Pasión, como nos lo imaginábamos. Desde el punto de vista de un cofrade, comprometido con la iglesia y con las tradiciones. No se olvidó de las cofradías ni de las citas bíblicas, intercalando la Fe , la Esperanza y la Caridad con otras partes más sevillanas. Solo un único pero, que fue la larga duración del mismo, superando al propio Enrique Henares y que hizo que, al final, terminara un poco ronco y con la voz quebradiza. El pregón terminó a las 14,46 horas.
Ignacio se presentó en el Teatro de la Maestranza tras la protocolaria visita a la capilla de la hermandad de las Aguas, con regalo del pañuelo de la Virgen de Guadalupe incluido, aunque él llevaba uno más significativo, el que le regaló su padre para este día.
La marcha elegida por el pregonero este año fue “Caridad Coronada” de Manuel Cabalgante, subdirector de la banda del Carmen de Salteras, recientemente fallecido. Por ello, el director de la banda sinfónica municipal invitó a un músico de esta banda saltereña para que tocara con ellos esta composición.
Este año asistió, junto con el arzobispo Asenjo Pelegrina, el obispo auxiliar, Santiago Gómez Sierra. Con ellos, el alcalde Zoido, que debutaba con este cargo en el pregón, el delegado de Fiestas Mayores, Gregorio Serrano, igualmente debutante, la junta superior del consejo de cofradías en pleno y otra autoridades militares y civiles.
Ignacio comenzó su disertación con tres sonetos dedicados a la Semana Santa y a lo pronto que llega y pasa. Destacamos el segundo de ellos:
Hace ya tanto tiempo que he vivido
que contigo Jesús se hace presente
caminando entre medio de la gente
y haciendo realidad lo prometido.
Hace ya mucho tiempo que he querido
Que aquella cruz de polvo de mi frente
Se hiciera entre mis manos penitentes
Testigo de un anhelo conseguido.
Y aquí me tienes, dispuesto a retenerte
A impedir que te escapes de mis manos
Pues no quiero esperarte, para verte.
¿Por qué no puedo ahora detenerte?
¿Por qué este gozo de Palmas y de Ramos
No pudiera durar eternamente?
Tras una primera parte en prosa, dedicó unos bellos versos, en la parte titulada la Fe , al Señor del Silencio en el Desprecio de Herodes y al Señor de la Sentencia , terminando con otro dedicado a la Estrella. Este es el remate final de la poesia al Señor del Silencio.
No fue un sueño que es verdad
Que el Señor a mi me hablaba
Desde el silencio más hondo
En el fondo de mi alma
Que yo lo oí en una tarde
Cuando salió de su casa
Escoltado por sus hijos
También con túnicas blancas
Con una Cruz en el pecho,
Sobre una luna encarnada.
Son hijos de la Amargura
Y del silencio que habla
Desde la proa de su paso,
En la tarde más soñada,
Sobre el río de sus calles
Sobre el agua de sus plazas
Tras una cruz de madera
Con cantoneras de plata.
Seguidamente ahondó en el Cristo Eucaristía, hablando del Señor de Pasión, de su capilla sacramental y de Su Divina Majestad.
Al Señor del Gran Poder le dirigió una parte en prosa que remató con la Virgen del Mayor Dolor y Traspaso, ya en verso.
La parte titulada Madre Dolorosa, tuvo dos puntos álgidos, los destinados a la Virgen de la Amargura y a la Virgen del Rosario de Monte-Sión.
Prosiguió Ignacio hablando de la Madre de Dios, en este caso como causa de nuestra alegría, con un largo verso dedicado a la Virgen de la Concepción del Silencio y otros para las vírgenes de las Aguas, del Subterraneo y el que cerró esa parte para la Virgen del Patrocinio. También tuvo cabida la Virgen de la Hiniesta en su pregón al hablar de la Virgen es Sevillana. Destacamos esta última parte del poema a la Virgen de la Concepción.
Cuando la luna te besa
Todo junto a Ti proclama
El timbre de tu grandeza.
Que en la augusta madrugada
Noche de llanto y tristeza
Concepción Inmaculada
Sevilla en silencio reza
Al verte cruzar las calles
Donde tu luz se recrea
Aquella antigua oración
Aquella vieja espinela
Que proclama con amor
¡Bendita sea tu Pureza!
También tuvo un apartado el de los barrios, donde habló de San Bernardo, el Tiro de Linea y el Cerro del Águila.
Describió un Viernes Santo en Triana, desde la mañana hasta la noche. Habló del arte al servicio de la Fe , dedicando unos versos a la Virgen del Valle, de los silencios de la Semana Santa y de la Esperanza de Cristo, Esperanza del hombre.
Hubo momento para recordar a la Virgen de Regla y su paso por Madrid en las JMJ, donde los jóvenes fueron los protagonistas.
Muy aplaudidos fueron los versos dedicados a la Esperanza de Triana, en una parte dedicada a las advocaciones de las Esperanzas. El pregonero es nacido en este barrio sevillano. Estas son las palabras que le pronunció:
Dios te Salve María
Reina y Madre capitana
Lucero en la noche oscura
Y Estrella de la mañana.
Dios te salve, marinera
Por siempre llena de gracia.
El Señor está contigo
Y con quien busca tu cara
En los momentos de gozo
Y en las penas más amargas.
Bendita Madre del alma!
Santa María, Señora
Hija de Joaquín y Ana
Ruega a Jesús por tus hijos
Que ante la lucha diaria
Te piden tu protección
Piden tu amparo y tu calma
Ante el mar embravecido
de las caídas humanas.
Solo hay hoy, nunca hay mañana.
Que bien lo sabe tu gente
Que bien lo sabe Triana
Cuando vienes por el puente
De regreso hasta tu casa
En aquella calle larga
De la pureza más casta.
Lo sabe el Guadalquivir
con el rumor de sus aguas
lo saben las azoteas
de cales y sol bañadas
y lo saben los geranios
y el vuelo de la espadaña
con su quejido de bronce
que es repique de campanas.
que te reza y que te canta
una plegaria de amor
una salva de alabanzas
y los piropos más bellos
hechos requiebros de plata
y una salve marinera
cuando se rinde a tus plantas.
Lo sabe bien quien te implora
Lo sabe bien quien te ama
Y quien al verte no puede
Evitar decirte ¡guapa!
Y lo sabe quien te busca
Seguro en la confianza
De encontrar en tu semblante,
El rostro de la ESPERANZA.
También es destacable lo que dijo a la Esperanza Macarena , donde Ignacio recordó que en el año 1964, cuando todavía él se encontraba en el vientre de su madre, ya lo llevaban a escuchar a la Centuria Macarena. Ignacio tocó, de soslayo, el tema del aborto, con estas palabras: “Si, a pesar de lo que algunos digan, ya entonces, aun sin haber visto la luz del cielo de Sevilla, era un ser con cuerpo y con alma capaz de oir y sentir los latidos de la devoción de mi ciudad.”. Este es el verso entero:
Aunque enseñe la Escritura
Que sin amor, no soy nada,
Yo también nada sería
Sin la virtud que Tú encarnas.
La que enseña, que hay un cielo
Del hombre eterna morada
Cuando por siempre amanezca
Y no quede ya madrugada.
Con solo mirar tu cara.
Y ver tu media sonrisa
Tras el cristal de tus lágrimas.
Cinco perlas que relucen
Cinco estrellas que resbalan
Por tus mejillas de seda
Con los colores del alba.
Cinco como los luceros
Que en tu pecho se quedaran
Presos entre los encajes
Y por obra de la gracia
Hoy son flores de suspiros
con temblores de esmeralda.
Al rezarte, no hace falta
Más que pronunciar tu nombre,
Como siempre te invocaran
Tus vecinos más antiguos,
Los de Escoberos y Parras,
Los que labraron los huertos
Junto al Arco y la Muralla.
Los que pusieron tu foto
En comercios y en quincallas
De San Gil al Pumarejo
De Feria a la Resolana ,
En tabernas y oficinas
o en los puestos de la Plaza.
Un nombre que suena a GLORIA
En la primera llamada
Que el capataz de tu paso
Hace cada madrugada,
Cuando vestida de sol
Sales triunfal de tu casa
Con el manto de tisú
O con el manto de malla
O tal vez, con aquel otro
Que un Mayo que ya pasara
Estrenaste en la fiesta
De tu gloria sevillana.
Un nombre que evoca al CIELO
En el compás de tus marchas
De Cebrián o Morales
De Gámez Laserna o Braña
Quien con notas repujara
Cincelando un pentagrama
Una corona de amor
Una ráfaga de gracia
Que nadie al oirla evita
Que salte de gozo el alma.
Un nombre que suena a SUEÑO
Y a repique de campanas
Y al redoble del tambor
De tu centuria romana
Que te quiere con locura
Que te protege y te guarda
Entre un brillo de corazas
Y un vuelo de plumas blancas.
Un nombre que sabe a un PUEBLO
Que puso en Tí su mirada
Para que fueras su faro
En la angustia o en la desgracia
Y también luz en sus noches
Y aurora de sus mañanas
Y consuelo de sus penas
Y el bálsamo de sus llagas
Y el agua para su sed
Y el descanso de su alma
Y también puerto bendito
Donde echar seguro el ancla
Y así arribar para siempre
En el mar de tu bonanza.
Por eso, solo por eso,
para rezarte hace falta
sólo pronunciar tu Nombre
pues no hay mejor alabanza
que implorarte con fervor
¡MI VIRGEN DE LA ESPERANZA !
En este momento el pregón se tiñó de azul baratillero, ya que no saldría de su hermandad hasta el final del mismo. Primero dedicó unos bellos versos a la Virgen de la Caridad. Tras hablar de la Cruz y dedicar una poesía al Señor de la Victoria , continuó con la Virgen de la Piedad con otro largo verso.
Con la Virgen de la Caridad terminó de esta manera:
Caridad del alma mía
La de la pena tranquila
Que con tu luz encadilas
y haces de la noche día
Hoy repito Madre mía
Aquel antiguo estribillo
Que aprendí cuando chiquillo
Oído de mis mayores
¡Esta es la flor de las flores
mi Reina del Baratillo!
De la Piedad , nos quedamos con esta parte final:
Y al mirarme en tu mirada
De ternura y recrearme
en tu bendita hermosura
ya supe como cantarte
Con que palabra expresar
Lo que yo siento al mirarte
¡Que no hay piropo mejor
Que poder llamarte Madre!
Madre de cuantos te imploran
Y de los que sufren, Madre
Madre de cuantos te buscan
Como consuelo a sus males
Madre de los que no tienen
Y hoy mendigan caridades
Madre de los que no saben
Como poder encontrarte
Para sentir la ternura
De tus manos maternales
Por eso, por que te quiero
Y por que eres mi Madre
Hoy te digo Virgen Mía
Con toda la ciudad delante
Que en tu regazo yo quiero
Cuando tu Hijo me llame
Poder descansar por siempre
Y que nada me separe
De tu mirada, Piedad
Y entre tus brazos quedarme.
Por último quiso despedirse con el Señor de la Misericordia , al que le agradeció el haber sido pregonero y su ayuda para la culminación del mismo. Se despidió del atril, tras más de dos horas y vente minutos, con estas palabras:
Déjame Señor que te dedique, humildemente, mi última oración con un sencillo verso de acción de gracias, para decirle a toda Sevilla que
Por tí, yo aprendí a quererte
de verdad.
En tus llagas, yo busqué el
Consuelo.
De tus manos yo alcancé
La gloria.
Esta es la pequeña historia
De la fe de aquel chiquillo
Que encontró en el Baratillo
Tu amor y MISERICORDIA.
El pregón lleva unas notas al margen, de textos extraídos de varios autores tan dispares como Benedicto XVI, Benedicto XV, el Catecismo de la Iglesia Católica o Joaquín Romero Murube.
Desgraciadamente, de la presentación del pregonero, a cargo de Gregorio Serrano, no podemos hacer ningún comentario ya que, simplemente, no la escuchamos, debido a que la televisión del teatro no tenía sonido. Tras diversos intentos para que alguien pudiera darle sonido a ese televisor, todos frustrados, y gracias al interés mostrado por Pepo Rocha, de Giralda Tv, en otro aparato televisivo con la señal de esta cadena, consiguieron ponerle el audio para que pudiéramos seguir con normalidad el desarrollo del pregón. Cuando esto ocurrió, la presentación ya había terminado, por lo que nos perdimos esta primera presentación al pregonero del delegado de Fiestas Mayores, que había levantado interés, al ser la primera vez en el atril de la Maestranza. Esperemos escucharlo el año que viene.
Si tenemos el texto de la primera intervención del delegado de Empleo, Economía, Turismo y Fiestas Mayores, que a continuación se reproduce.
Pasan por delante de ti, como pasan los minutos de la vida. Y todo ocurre en la ciudad. Cambian los personajes, la estética, los gustos, las normas, los edificios... Pero todo ocurre siempre en la ciudad. Ellos avanzan en dos largas filas, uno tras otro. Tú los miras hablando contigo mismo. Ellos guardan silencio, tú los analizas, los escrutas, imaginas en qué estarán pensando, qué les movió a apuntarse en aquella cofradía, por quién rezan esos ojos inquietos, ora húmedos, ora perdidos en el cielo de la noche. Ellos están allí, en la calle a la que vas siempre a buscarlos. La cofradía, la ciudad y tú, trilogía sin la que no entiendes la vida. Los nazarenos, Sevilla y tú.
Vas a su encuentro porque ellos te hablan cada año de la Semana Santa. Las manos y los ojos de esos nazarenos encierran un Pregón como el que hoy hemos venido a escuchar. Hoy, Domingo de Pasión, acudimos aquí con la misma fidelidad con la que vamos a esa calle a buscar los nazarenos de esa cofradía que nos marca el paso del tiempo. Un nazareno pasa, y otro, y otro... Un año, dos años, tres.... Hasta que ves llegar el paso de palio y es la misma vida la que viene, se detiene y se marcha dejándonos la luz de los candelabros de cola como destellos de la memoria. Y nos sentimos a gusto en esas noches de Semana Santa en las que la ciudad arropa el regreso nocturno de las hermandades.
La Semana Santa no se entiende sin la ciudad, como una cofradía no se entiende sin nazarenos. La ciudad hace a la Semana Santa como el antifaz hace al nazareno. La ciudad habla en Semana Santa. Los nazarenos, también. La ciudad habla en Semana Santa en el centro y en los barrios. En los nazarenos son las manos y los ojos los que hablan. Por la cofradía se sabe cómo es un barrio, como por las manos se sabe la edad de un nazareno, y por los ojos vemos pasar su vida. Sólo hay que mirar. Es la misma ciudad, son los mismos sevillanos.
Excelentísimo y Reverendísimo Sr. Arzobispo, Excelentísimo y Reverendísimo Sr. Obispo Auxiliar, Excelentísimo Sr. Alcalde, Ilustrísimo Sr. Presidente y Junta Superior del Consejo General de Hermandades y Cofradías, Autoridades, Sras. Sres, Cofrades de Sevilla.
Hoy, acudimos aquí a la búsqueda de un nazareno de aquellos que hablan por sus ojos y por sus manos. Y que hoy lo hará con la voz. Un nazareno del Arenal. Antes de encontrar esa voz que pregonará sus vivencias, y que llevará al culmen las emociones y sentimientos del pueblo sevillano, ante la inminente llegada de una nueva Semana Santa, con esos días azules y ese sol de la infancia, quiero hacerles una confesión.
Desde el atril del pregonero, me dirijo por primera vez a Sevilla con el corazón abierto para mostrar el enorme orgullo que siento de ser el delegado de Fiestas Mayores de mi ciudad. Un cargo que acepté con el honor y la satisfacción de ver un sueño cumplido, y con la responsabilidad de servir a los sevillanos en la organización y desarrollo de las principales fiestas y tradiciones de nuestra ciudad.
Por eso, nunca habrá días para agradecer al Alcalde de Sevilla la oportunidad que me ha dado de dirigir el Área de Fiestas Mayores. Muchas gracias Juan Ignacio por haber confiado en este humilde cofrade de Sevilla y gracias Madre mía de los Reyes. Nunca lo olvidaré.
También quisiera agradecer y reconocer el trabajo que realiza todos los servicios y empresas municipales, en especial, el servicio de Fiestas Mayores con su eficaz y abnegado director al frente, mi querido y leal Rafael Rivas Prieto. No es posible un buen trabajo sin un buen equipo detrás, y en Fiestas Mayores lo hay y además excelente.
La voz del nazareno ya espera impaciente para comenzar a pregonar. Un nazareno que nació del matrimonio de un vecino del Arenal y una trianera, en una mezcla perfecta de sevillanía. Porque ¿Se puede ser más sevillano si por sus venas corre sangre del Baratillo y de Triana, las dos orillas del río, cunas del arte y de la gracia? Siempre se dijo que el Arenal era el barrio más trianero de Sevilla, con lo cual el pregonero es una simbiosis perfecta del Arenal de Triana, o trianero del Arenal, o llámenlo como quieran, sevillano de dos barrios de idiosincrasia sin igual.
Ignacio Pérez Franco nació en septiembre del año 64 y fue bautizado en la parroquia de la O, en la orilla de Triana. Se educó y se formó en varios centros del arrabal trianero, entre ellos los Salesianos de San Pedro, donde conoció la devoción a Don Bosco y a la “Sentaita”, a la que cayó “rendido a sus plantas”. Luego cruzó el río y se licenció en Derecho para hacerse abogado especialista en Derecho Privado. Cuando hubo hecho todo esto, se casó con Inmaculada y formó una familia de dos hijos, Ignacio y Macarena. Actualmente, Ignacio Pérez Franco ejerce de profesor de deontología y moral profesional y oratoria y escritura forense en el Instituto de Ciencias del Derecho y de la Empresa, y es socio colaborador de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de Madrid.
Pero no piensen que Ignacio no había cruzado el río antes de irse a estudiar Derecho… Como era del Arenal de Triana, o un trianero del Arenal, y en sus venas corría la sangre del Baratillo, se iba todos los viernes a casa de su abuelo paterno a pasar los fines de semana, en el Arenal de Sevilla. Fue en esos días donde Ignacio Pérez Franco aprendió a ser cofrade del Baratillo, hermandad a la que le apuntaron el mismo día en que nació.
Ignacio lo ha sido todo en el Baratillo: Fiscal segundo, Fiscal primero, Teniente de hermano mayor y Hermano Mayor. Quizá se haya quedado con la espinita de ser prioste, un arte que aprendió de su padre durante 30 años y que no ha llegado a ejercer en su hermandad porque sus hermanos le requirieron para ser Hermano Mayor.
Además del Baratillo, es hermano de Pasión, de la Macarena, de la Carretería, del Gran Poder, de la Sacramental del Sagrario, de Madre de Dios del Rosario, de la que ha pertenecido a su junta de gobierno, del Carmen de San Gil, del Carmen del Santo Ángel y de la Asociación de fieles de Nuestra Señora de los Reyes y San Fernando. Desde luego, nadie podrá decir que Ignacio Pérez Franco no conoce a nuestras hermandades y cofradías…
En cuanto a la parte literaria, el pregonero se ha enfrentado en multitud de ocasiones a la soledad del atril, para exaltar a la Semana Santa, a sus imágenes y hermandades, tanto de Sevilla capital como de su provincia. La lista es interminable, pero podemos destacar el pregón de la Coronación de la Virgen de Regla, el Pregón del Carmen de Santa Catalina, el Pregón de las Glorias de la Asunción de Cantillana, el “Stabat Mater” del Cachorro, la exaltación al Santísimo Sacramento de la Sacramental del Sagrario o la Meditación de las Cinco Llagas de la Hermandad de la Carretería. A todos estos pregones y exaltaciones hay que añadir la colaboración habitual de Ignacio en distintos boletines y revistas de Semana Santa, donde hemos tenido la oportunidad de leer la prosa y la poesía que escribe desde lo más profundo de su corazón.
De Ignacio Pérez Franco se puede decir que es un cofrade al que le duele su ciudad, que sufre y te hace partícipe cuando se ven más las espinas que los pétalos de esta rosa que es la Semana Santa y que no ha eludido los cargos de responsabilidad cuando ha llegado la hora. Un cofrade de sangre azul, azul del Baratillo. Un cofrade que reconoció al instante la voz de nuestro Pastor, cuando éste le llamó para felicitarle por su elección como Pregonero.
Este pregonero es de bulla y de patearse las calles en las mañanas, tardes y noches de los días grandes. Y es de compromiso público con su fe todos los días del año. Ha recibido de su padre el amor a su cofradía que transmite con afecto y dedicación a sus hijos. Del Arenal y para el Arenal. Del Baratillo y para el Baratillo.
Si hay algo de lo que está orgulloso Ignacio es de haber transmitido a su familia los valores cristianos y su amor y cariño por sus hermandades, especialmente por el Baratillo. De hecho su sobrino Carlos dio el pasado 2 de marzo el pregón de la juventud del Baratillo, algo que ha llenado de emoción a toda la familia y especialmente al pregonero.
El amor y la Fe de Ignacio pueden con todas las adversidades que la vida le ha ido poniendo por delante. Por eso, no dudó ni un solo momento en ser los ojos que guían en la oscuridad y enseñan la Semana Santa a aquellos que no la pueden ver. Porque con los ojos del alma también se puede ver la Semana Santa. Estoy convencido de que el pregón de hoy también estará dedicado a ellos, y a todos los que han estado a su lado a lo largo de su vida. A tu familia, a tus padres, a tu mujer, a tus hijos, y a Pepe, más que un amigo, más que un hermano.
Su vida y la tuya han discurrido siempre unidas en paralelo. Hoy va a ser tu mejor apoderado en esta faena del pregón. Ignacio Pérez Franco ama tanto a nuestra Semana Santa que también sufre por ella. Nos duele la Semana Santa, la Semana Santa de todos, como le duele a este cofrade curtido que hoy abrazará el atril de pregonero. Nos duele cuando chirrían ciertos comportamientos, cuando no se respeta un cortejo de nazarenos, cuando no se respeta nuestra fe, una fe sin complejos y con Jesucristo en el corazón, cuando hay quienes no saben o no quieren saber cómo se debe contemplar, acompañar o simplemente ver una cofradía. Por eso todos, absolutamente todos, autoridades y ciudadanos, debemos hacer un esfuerzo y predicar con el ejemplo. Debemos mimar la Semana Santa y enseñar a las nuevas generaciones y a los visitantes cómo se vive, cómo se está y cómo se disfruta en la calle.
Amamos, como Ignacio, una Semana Santa de público en armonía con el espíritu de la fiesta, de participación plena. Un público que vea en la Semana Santa una oportunidad inmejorable de vivir la ciudad y reencontrarse con el Evangelio, con la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Una Semana Santa en la que se puedan seguir identificando sevillanos de diferentes generaciones, donde nadie se sienta excluido ni aislado, en la que no haya invitados sino ciudadanos integrados.
Hoy, querido pregonero, es la ciudad la que te escucha. Háblale con el amor de hijo que te caracteriza y con la ilusión intacta de un niño nazareno revestido de azul baratillo. Un niño de carreras por la rampla del Salvador, de mañanas de Domingo de Ramos.
Y en una semana, en tan solo una semana, vuelve a la cita con ella, a buscar tu ciudad en los nazarenos de esa cofradía que regresa de noche, con el andar pausado, con la horma hecha, la cofradía de los nazarenos cuyos ojos y manos hablan, la cofradía que marca el paso del tiempo. El tuyo y el de tu ciudad.
Cambiarán los gobiernos, la arquitectura, las leyes, los paisajes y hasta los cielos. Cambiarán los hábitos y evolucionarán los usos, jugarán los tiempos en contra o a favor, pero siempre que haya una cofradía en la calle, siempre que sea Semana Santa, habrá sevillanos que acudan al encuentro con su ciudad. Ir a la búsqueda de una cofradía es buscar a tu ciudad misma. La ciudad habla en Semana Santa. Las manos y los ojos de los nazarenos hablan bajo la túnica y el antifaz. Habla hoy tú, pregonero. La ciudad te escucha. Tuya es la palabra y nuestro, seguro, el gozo. Muchas gracias.
Fotos: Miguel Ángel Osuna.