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Reivindican la figura del cervantista José Mª Asensio y Toledo en su centenario. P. García. ABC


«Eminente cervantista, literato, historiador, bibliófilo, polígrafo... Todas estas definiciones tienen cabida en la polifacética figura del sevillano José María Asensio y Toledo, gran intelectual ignorado y silenciado». De esta manera lamenta el investigador e historiador palaciego Julio Mayo Rodríguez el olvido en el que, en su opinión, reside el nombre de este autor del que hoy, día 14, se cumple el centenario de su fallecimiento.

Mayo se encontró con rastros de su obra mientras indagaba en un material documental relacionado con Rodrigo Caro, de forma que «advierto -dice- que quien lo recuperó en su día fue Asensio y Toledo, por lo que empiezo a interesarme por él y a buscar su presencia en los archivos». Tanto es así que ha reunido una importante información que tiene previsto plasmar en una monografía sobre este destacado intelectual, del que resalta su faceta como «eminente cervantista», coincidiendo con que este año se cumple también el IV centenario de la publicación de El Quijote.

Artículos sobre Cervantes

«Fue uno de los estudiosos que más aguas de molino movió en su tiempo a favor de Cervantes; de hecho es pionero en documentar la presencia del escritor en Sevilla, recuperando datos inéditos en los protocolos notariales», asegura Julio Mayo, quien avala la importancia de aquella aportación trayendo a colación el libro, publicado en 1864 por Asencio y Toledo, «Nuevos documentos para ilustrar la vida de Miguel de Cervantes Saavedra» con prólogo de Juan Eugenio Hartzenbusch. Todo un abanderado de la causa cervantista, antecede, a juicio del investigador palaciego, a los estudios posteriores de Pérez Pastor y Rodríguez Marín, llegando a escribir más de un centenar de artículos en torno a la biografía del creador del Quijote.

Pero no fue ése el único foco de atención que centró la actividad intelectual de José María Asensio y Toledo. Nacido en 1829 en Sevilla, estudió Derecho y publicó en diarios sevillanos de la época hasta que en 1874 dirige el periódico literario «El Ateneo», a cuya institución del mismo nombre también perteneció.

Según Mayo Rodríguez, en su producción se distinguen cuatro grandes apartados: las obras de corte americanista -«en 1892 dedicó dos tomos a la vida de Colón»-, las biografías -«fue biógrafo de Fernán Caballero»-, la historia y el arte. En este último apartado habría que incluir la adquisición que Asensio y Toledo realizó, como «amante que era de las ediciones raras», del manuscrito original del «Libro de descripción de verdaderos retratos de ilustres y venerables Varones», del tratadista de arte y pintor Francisco Pacheco. «Su edición facsímil supone una interesante contribución a la Historia del Arte y a la Literatura española por la valiosa información que ofrece», señala el investigador palaciego.

Su vertiente política

Fundador junto a Pascual de Gallangos, Francisco de Borja Palomo y José María Álava, de la Sociedad de Bibliófilos Andaluces en 1869, José María Asensio fue director de la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, puso prólogo a obras de numerosos autores, entre ellos Guichot o Cano y Cueto, y en 1881 preside la Sociedad El Folklore Andaluz, en cuya gestación participó Demófilo, el padre de los Machado.

No hay que olvidar tampoco su compromiso político, una de las razones que, a juicio de Julio Mayo, quizás han podido pesar más a la hora de su olvido. De «filiación conservadora -precisa- estuvo cerca de Cánovas del Castillo y, entre otros cargos, fue presidente de la Diputación Provincial». En 1893 Asensio y Toledo se traslada a Madrid, donde ejerció como consejero de Estado e ingresa como miembro de la Real Academia de la Historia y en la de la Lengua Española. Hasta la capital madrileña se llevaría también su biblioteca particular. «En 1949, la Biblioteca Nacional adquirió sus libros y documentos que estaban en posesión de sus herederos, constituyendo a partir de entonces uno de los fondos más relevantes de la Sala Cervantes», explica Mayo Rodríguez, quien no entiende cómo este sevillano «ha sido ignorado y silenciado, cuando tanto hizo por la cultura sevillana del XIX y tanto renombre alcanzó a nivel nacional».










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