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Provincia. Dos siglos de devoción Rociera del pueblo de Umbrete


Manuel Pinto Montero. Umbrete amaneció el pasado domingo en un ambiente de fiesta y con perfume de plantas aromáticas que alfombraban las calles de este pueblo aljarafeño, que se convirtió en el centro de la devoción rociera con motivo del Bicentenario Fundacional de su Hermandad.

Desde 1814 lleva Umbrete peregrinando hasta las plantas de la Reina de las Marismas, doscientos años de rocío y esperanza como se podía leer en las banderas que colgaban por todas las calles del pueblo. Numerosos han sido los actos que a lo largo del año ha celebrado la Hermandad pero sin duda el más esperando fue la procesión extraordinaria de su Bendito Simpecado por las calles de la localidad.  A las 10 de la mañana se iniciaba la Eucaristía en la Plaza de la Iglesia presidida por el arzobispo de Sevilla, don Juan José Asenjo, en un altar instalado en dicha plaza umbreteña.

Tras la Eucaristía, al filo de las doce del medio día se iniciaba la gloriosa peregrinación del Simpecado en su emblemático cajón de madera que estuvo exornado con rosas y flores blancas. El Simpecado de Umbrete se realizó en 1947, bordado por las monjas trinitarias de Sevilla y sufragado por el pueblo. El 25 de junio de 2005 le fue impuesta al Bendito Simpecado la Medalla de Oro de Umbrete.  El Cajón de madera es del año 1910, y es una de las carretas más antiguas de las que peregrina cada primavera al Rocío.

El sonido del tamboril se confundía con los cantes por sevillanas de los peregrinos umbreteños al inicio de la gloriosa procesión. La primera parada fue ante el Convento de las Hermanas de la Cruz, donde se recitaron versos a la Virgen y donde se rezó el ángelus. La comitiva, compuesta por numerosas hermandades rocieras, así como las Hermandades de Umbrete, alcanzó la Plaza de la Inmaculada donde la Hermandad de la Purísima la esperaba y se rezaba la Salve a la Virgen.

Uno de los momentos más íntimos ocurría antes las puertas del Cementerio de San Bartolomé, donde el Cajón de madera quedó antes las puertas del Campo Santo donde se rezó por todos aquellos hermanos que descansan en las marismas del cielo. Después volverían los cantes desde los balcones y el sonido de los numerosos tamborileros que la acompañaron.

Bajo un intenso calor el Cajón umbreteño llegaba hasta su Casa Hermandad donde se rezaba y cantaba mientras los pétalos no dejaban de lanzarse desde la ventana. La campana de su Casa Hermandad no dejó de repicar de alegría en este día de gozo para los hermanos rocieros de Umbrete.

Pero ese sol que acompañó en las primeras horas se cambió por nubes que descargaron con fuerza durante la gloriosa procesión que recorría gran parte del pueblo. La tarde se convertiría en gris y el bendito Simpecado entraba en su Casa Hermandad junto al Cajón de Madera, regresando tras la Eucaristía hasta la Parroquia de Consolación, pero en esta ocasión portado a mano.  

Umbrete celebró el Bicentenario Fundacional de su Hermandad del Rocío demostrando que con calor y lluvia la fe rociera se mantiene a lo largo de los siglos con este pueblo rociero.

Fotos: Manuel Pinto Montero.










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