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El recuerdo a las víctimas del Cougar marca el desfile de las Fuerzas Armadas. Jorge Muñoz. Diario de Sevilla.


El homenaje a los 17 militares que fallecieron en agosto del pasado año en el accidente de un helicóptero Cougar en Afganistán marcó ayer los actos centrales de la celebración del Día de las Fuerzas Armadas. Los Reyes presidieron una parada militar en la avenida del Cid en la que estuvieron acompañados por los Príncipes de Asturias, el ministro de Defensa, José Antonio Alonso; el director del CNI, Alberto Sáiz; el presidente de la Junta, Manuel Chaves, y el alcalde de Sevilla, Alfredo Sánchez Monteseirín.

Como establece el protocolo del acto, la primera autoridad militar que llegó al lugar del desfile fue el teniente general Pedro Pitarch, jefe del mando de la Fuerza Terrestre, con sede en Sevilla, y a continuación lo hizo el jefe del Estado Mayor de la Defensa, el general Félix Sanz Roldán. Acto seguido hicieron entrada los Reyes y los Príncipes de Asturias, que fueron recibidos con honores de ordenanza y don Juan Carlos pasó revista a las tropas junto al general Félix Sanz Roldán y al jefe del Cuarto Militar de la Casa Real, el almirante José Antonio González-Aller.

La celebración castrense se inició al mediodía, cuando los termómetros de la ciudad reflejan temperaturas próximas a los cuarenta grados, lo que no impidió que miles de sevillanos se echaran a la calle. La espectacularidad rodeó la llegada de la bandera nacional que presidió la parada militar y que había sido donada por el Real Círculo de Labradores de Sevilla. La enseña nacional fue portada por un paracaídista de la patrulla acrobática del Ejército del Aire, que aterrizó junto al batallón de honores que aguardaba en perfecta formación frente a la tribuna real.

El protagonismo que desempeñaron los familiares de las víctimas del accidente de Afganistán del pasado 16 de agosto fue notorio desde antes de que comenzara el acto, con el saludo del titular de Defensa, José Antonio Alonso. Con posterioridad, estas personas intervinieron en el traslado de la bandera nacional hasta que fue izada en el mástil. El momento más emotivo se produjo instantes después, cuando se realizó el homenaje a todos los que dieron su vida por España (123 militares han fallecido en los últimos cinco años). Los distintos guiones y banderines del batallón de honores acompañaron a los familiares hasta el monolito a los caídos, en una marcha a paso lento y bajo los acordes de La Muerte no es el final, cuya letra fue cantada por las tropas del batallón de honores.

Este homenaje culminó con la ofrenda de una corona de laureles en recuerdo de las 17 víctimas del accidente del Cougar, once de las cuales estaban destinadas en la base de helicópteros del acuartelamiento militar de El Copero, en Dos Hermanas, y el resto en la brigada ligera aerotransportable con base en Figueirido (Pontevedra). El recuerdo a los fallecidos finalizó con una descarga de fusilería reglamentaria, a cargo de la compañía de la Legión del batallón de honores, y con una pasada de los aviones de la patrulla acrobática Águila, integrada por reactores C-101, que dibujó sobre el cielo sevillano los colores de la bandera.

Con el vuelo de estas aeronaves daba comienzo otro de los momentos más esperados por los miles de sevillanos que desde primera hora de la mañana se echaron a la calle para celebrar el Día de las Fuerzas Armadas: el desfile aéreo y terrestre. Las primeras aeronaves que sobrevolaron el espacio destinado al desfile fueron un grupo de cazas F-18 del Ala 12 de la base de Torrejón, a los que siguieron varios Eurofighter del Ala 11 de la base de Morón de la Frontera y los F-5 del Ala 23 de la base de Talavera la Real, en Badajoz.

La exhibición de los Ejércitos del Aire continuó con el paso de aviones Harrier destinados en la base de Rota y los Mirage F-1 de Albacete. Tras los aviones, llegó el turno de las unidades de helicóptero, entre las que pudieron observarse varios aparatos Colibrí del Ala 78 de la basde de Armilla, en Granada; los Cougar y Bolkov de la base de El Copero, así como los Seaking, Seahawk y Bell 212 de la flotilla de la Armada. Una nueva pasada de la patrulla acrobática Águila dio paso al desfile de las fuerzas terrestres.

El parada militar de las unidades de Tierra se inició en la Glorieta de los Marineros Voluntarios y transcurrió por las avenidas de María Luisa, del Cid y Menéndez Pelayo, para concluir en la Plaza de San Agustín. El público que presenció en vivo el desfile y los que lo siguieron por televisión contemplaron las unidades de un grupo táctico acorazado-mecanizado, que exhibió los carros de combate Leopard, los vehículos mecanizados Pizarro, las unidades de Transporte Oruga Acorazado (TOA), o los vehículos Hummer y Piraña. También se mostraron baterías autopropulsadas y de defensa antiaérea de misiles Hawk y Patriot.

La impresionante marcha de estos vehículos sólo resultó comparable al desfile de las fuerzas a pie, en el que estuvieron representados un escuadrón del Ejército del Aire, un batallón de la Armada y la Legión, que desfiló con su peculiar mascota y a un ritmo de 160 pasos por minuto. La trepidante marcha de los caballeros legionarios contrastó con la parsimonia del Tabor de los Regulares de Ceuta y Melilla.

También participaron en el desfile de las fuerzas terrestres una escuadra de gastadores de a Academia General del Aire, una escuadrilla de zapadores paracaidistas y una compañía de la brigada de infantería de Marina. La parada militar se cerró con una unidad de caballería de la Guardia Civil, cuyos miembros iban ataviados con uniformes de época.

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