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Los Estudiantes viaja a un pasado no muy lejano al adentrarse en su centenario


Juanma Labrador. Los días de lluvia en Sevilla parece que la ciudad retrocede a otros tiempos, como si cobrasen color aquellas estampas en sepia o en blanco y negro de Luis Arenas o de Jesús Martín Cartaya. Y si a ello se suma un evento cofradiero con tintes históricos, la sensación es la de regresar a un pasado en la que no sólo volvemos a ser más jóvenes, sino que ni tan siquiera algunos hemos nacido, aunque conozcamos los hechos por los relatos escuchados a nuestros mayores, leídos en los libros y contemplados en las fotografías de antaño. La Hermandad de los Estudiantes hizo que la urbe retornase a los años setenta del pasado siglo con el traslado del Santísimo Cristo de la Buena Muerte y María Santísima de la Angustia desde la Universidad a la Santa Iglesia Catedral, donde celebrará esta Cuaresma su quinario, tal y como sucedió entre 1972 y 1982.

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La corporación del Martes Santo se adentra de lleno en los fastos de su centenario fundacional, regalándonos un especial segundo domingo de Cuaresma, si bien este pasado 25 de febrero la meteorología hizo de las suyas y trastocó los planes iniciales. La junta de gobierno que preside Jesús Resa como hermano mayor comunicó iniciada la tarde que, finalmente, el traslado en vía crucis no comenzaría a las seis y media, ni se recorrería tampoco el entorno de El Arenal, sino que las catorce estaciones del camino de la cruz se meditarían en la capilla con los hermanos participantes en la comitiva a partir de las siete para emprender el traslado una hora después por un itinerario muy directo: San Fernando, Puerta de Jerez y Avenida de la Constitución para entrar en la seo metropolitana por la Puerta de San Miguel.

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Bastante público se agolpó en el interior de la lonja de la universidad, así como en los primeros metros de la calle San Fernando, a pesar del desapacible frío que trajo consigo el líquido elemento. La cruz de guía salió con algo de retraso, y pocos minutos antes de las ocho y media comenzó a abandonar el cortejo el recinto de la antigua Fábrica de Tabacos. Emocionaba ver a cofrades antiguos portando sus cirios o varas, como Vicente García Caviedes, Fernando Cano-Romero, Vicente Jiménez Filpo, Félix Sánchez-Laulhé, Ricardo Mena-Bernal o el anterior hermano mayor, Antonio Piñero, u otros más jóvenes pero que han trabajado con afán o participan con esmero en su cofradía, tales como Álvaro Laínez, Juan Antonio Coveñas Manuel Cano-Romero, José Ignacio del Rey, Pepillo Gutiérrez o Victoria López. Las nueve menos veinte. El Cristo de la Buena Muerte es abrazado por la portada principal del Rectorado antes de salir a la calle con las melodiosas voces de la Escolanía trinitaria de María Auxiliadora, mientras al fondo se hallaba su Madre de la Angustia, deliciosamente revestida por Joaquín Gómez y portada en las andas cedidas por la Hermandad del Baratillo. A menos cuarto, toda la corporación se hallaba ya fuera de un espacio universitario que esta semana se sentirán vacíos.

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La gélida brisa retiró bastante público, aunque muchos cofrades decidieron aguardar en el interior de la catedral la llegada de los titulares. A las nueve y cinco, el crucificado portentoso de Juan de Mesa arribaba al templo patriarcal, donde monseñor José Ángel Saiz Meneses esperaba a los Estudiantes junto a su propio hermano mayor, a quien acompañaba, emocionado, el rector, Miguel Ángel Castro. Los hermanos con cirios se arremolinaban en el trascoro, junto a la estructura para el aparato de los cultos que arrancarán este martes 27 de febrero. El Cristo fue llevabo hasta el lugar donde permanecerá todos próximos días, y siete minutos después aparecía Ella, discreta y silente, con sus cirios apagados por el aire predominante. La Señora se posicionó frente a su Hijo, dándole la espalda al coro, y allí se entonó la "Salve Regina". Todo tuvo que vivirse con fugacidad, pero no por ello fue menos intenso. Brillaban muchas miradas cristalinas que se humedecían tímidamente por una emoción contenida. Los Estudiantes sigue escribiendo su historia, como antaño... como hoy... como siempre seguirá haciéndolo.

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Fotos: Juan Alberto García Acevedo.










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