La Virgen del Carmen navegó entre oraciones y pétalos por el corazón del arrabal trianero

Fco Javier Montiel. El barrio de Triana volvió a llenarse de devoción, luz y plegarias con motivo de los cultos en honor a la Virgen del Carmen del Puente de Triana, que vivió su día más señalado con una majestuosa procesión fluvial seguida por su recorrido glorioso por las calles del arrabal.

Pasadas las 19:15 h, la cruz de guía abría paso desde la Parroquia de La O, marcando el inicio de la XV edición de esta singular cita mariana. La imagen letífica de la Virgen, obra del imaginero Jesús Iglesias, bendecida en 2003, se entronizó en su paso sobre la emblemática barcaza de Coria del Río. En su discurrir por el Guadalquivir, escoltada por piraguas y embarcaciones devotas, visitó los embarcaderos de entidades como el Real Círculo de Labradores, el Círculo Mercantil e Industrial y el Club Náutico. Especialmente emotiva fue la parada ante la Comandancia de Marina, donde se arrojó al río una corona por los marineros fallecidos, acompañada de preces en su honor.

Al pasar bajo el histórico puente de Triana, la Virgen fue recibida con una lluvia de pétalos y vítores por los fieles congregados en las orillas y sobre el puente. Un gesto que se ha convertido en símbolo de cariño y tradición.

El acompañamiento musical corrió a cargo de la Sociedad Filarmónica Nuestra Señora del Carmen de Salteras, que brilló tanto en la travesía fluvial como en el recorrido terrestre posterior. El paso de la Virgen iba comandado por el capataz trianero Pepe Luna.

Desde las 21:15 h, la Virgen del Carmen recorrió las calles de su feligresía con paradas significativas como la Capilla de la Estrella. Un itinerario que tocó las entrañas del barrio: Callao, Castilla, San Jacinto, Pagés del Corro... lugares que conocen el perfume de las azucenas y el fervor popular.

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La entrada de la Virgen, sobre las 0:30 h, marcó el final de una jornada que unió lo marinero con lo terrestre, el Guadalquivir con las calzadas trianeras, la tradición con la fe viva. Así, la Virgen del Carmen volvió a su templo, acompañada por los rezos, el calor del barrio y la música que no cesó ni en tierra ni en agua.

 

Fotos: Fco Javier Montiel