De alcayatas y palios. Antonio Sánchez Carrasco
Como ya sabemos en esta Ciudad hay poco tiempo para aburrirse y agosto no iba a ser una excepción. Una mañana de desayuno candelario me fijé en esas dos alcayatas que penden por encima de la figura de San Nicolás que corona la puerta por la que cada Martes Santo sale a las calles de Sevilla la Candelaria y su Hijo de la Salud. Pensé en aquellas dos alcayatas sobre una iglesia del siglo XIII aunque con cuerpo del XVIII. Debían de ser la señal de otro tiempo en el que las velas se ponían en la Ciudad para evitar el calor, cuando hacía calor, no cuando entraba en sus últimos coletazos, cuando verdaderamente hacían falta, o para sujetar cables antiguos. Cuando no existían normativas que protegieran edificios importantes para el patrimonio, benditas normas, aunque te atenacen a veces y no sirvan para ponerle el palio al metro centro. Siempre esta Ciudad con ese afán de llevárselo todo a lo Sacro, sigo apurando el café mientras pasa la vida en Sevilla. Por cierto al camarero del bar Candelaria no le pregunten por las alcayatas pues suele tocarle un poco la femoral de las veces que le han preguntado. Y aunque la mayoría no entenderéis el colofón de estas letras, tenía que decirlo gracias Greñuo por ese capote largo como tu pelo y no dejes nunca de mirarnos desde el barrio de Santa María.
#LosLunesAlSol