Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en el mes de los difuntos
  • martes, 25 de noviembre de 2025
  • faltan 124 días para el Domingo de Ramos

Liturgia. Sobre el cálculo de la fecha de la Pascua. Jesús Luengo Mena


lunaLa cuestión de la determinación de la fecha para la celebración de la Pascua cristiana ha sido uno de los temas más polémicos y aún no resueltos para todos los cristianos. Actualmente se ha levantado una polémica debido a que un obispo simplemente ha recordado lo que el Concilio Vaticano II ya declaró sobre la revisión del calendario hace la friolera de 62 años, cuando se publicó, el 4 de diciembre de 1963 la Sacrosantum Concilium, Constitución sobre la Sagrada Liturgia.

Lo ponemos a continuación:

                                               APENDICE

Declaración del sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II sobre la revisión del calendario 

El sacrosanto Concilio Ecuménico Vaticano II, reconociendo la importancia de los deseos de muchos con respecto a la fijación de la fiesta de Pascua en un domingo determinado y a la estabilización del calendario, después de examinar cuidadosamente las consecuencias que podrían seguirse de la introducción del nuevo calendario, declara lo siguiente:

  1. 1. El sacrosanto Concilio no se opone a que la fiesta de Pascua se fije en un domingo determinado dentro del Calendario Gregoriano, con tal que den su asentimiento todos los que estén interesados, especialmente los hermanos separados de la comunión con la Sede Apostólica.

Así pues, en el supuesto poco probable de que nuestros hermanos ortodoxos y otros se pusieran (nos pusiéramos) de acuerdo con la Iglesia Católica pues cabría la posibilidad de poner un domingo fijo al año para que todos los cristianos, en comunión, celebremos la Pascua en el mismo día (por ejemplo, cada tercer domingo de abril). En definitiva, no es ninguna ocurrencia ni nada estrafalario recordar que la posibilidad existe y desde hace bastantes años. Eso sí, no puede pedirse que el pueblo conozca o lea la Constitución Sacrosantum Concilium. Si hubiese más formación habría menos escándalo.

No estaría de más hacer una reflexión en el sentido de que, en mi opinión, no es inoportuno volver a reconsiderar el tema de la fecha de la Pascua, ya que divide a los cristianos debido al uso de dos calendarios diferentes –juliano y gregoriano– para su cálculo. Así se podría establecer la Pascua, como ya dijimos, en un domingo fijo del año, como ya indicaron los padres conciliares en el apéndice de la Constitución sobre la Liturgia Sacrosanctum Concilium y comentó el papa Francisco en junio de 2015 o bien fijarlo con criterios puramente astronómicos.

¿Cómo está actualmente la determinación de la fecha de la Pascua? Hagamos un poco de historia.

La Iglesia, en el Concilio de Nicea reunido el año 325, dispuso que la Pascua se celebrase el primer domingo que hubiese tras el primer plenilunio del equinoccio de primavera, o dicho de otra manera, el domingo que sigue a la primera luna llena que haya después del 22 de marzo. Ese mismo concilio encargó a la Iglesia de Alejandría, por la fuerte tradición astronómica de aquella ciudad, el determinar cada año la fiesta de la Pascua. Así, el patriarca de Alejandría, al comenzar el año, enviaba una carta, que han pasado a la historia con el nombre de cartas festales, al resto de Iglesias informando de la fecha de la Pascua y las celebraciones que de ella dependían –Cuaresma, Semana Santa, Pentecostés. 

Ya en el primer concilio de Arlés (Francia) del año 314, convocado por Constantino, que condenó la herejía donatista[1], se obligó a toda la Cristiandad a celebrar la Pascua el mismo día. La fecha la fijaría el Papa, que enviaría cartas a todas las iglesias del mundo con las instrucciones pertinentes. Sin embargo, no todas las iglesias siguieron este precepto. Hubo que esperar al concilio de Nicea del año 325 para llegar a una solución, estableciéndose que la Pascua de Resurrección había de ser celebrada cumpliendo unas determinadas normas: que la Pascua se celebrase siempre en domingo; que no coincidiese nunca con la Pascua judía, que se celebraba independientemente del día de la semana, para evitar confusiones entre ambas religiones y que los cristianos no celebrasen nunca la Pascua dos veces en el mismo año[2]. No obstante, siguió habiendo diferencias entre la Iglesia de Roma y la Iglesia de Alejandría, si bien el Concilio de Nicea dio la razón a los alejandrinos, estableciéndose la costumbre de que la fecha de la Pascua se calculaba en Alejandría, que lo comunicaba a Roma, la cual difundía el cálculo al resto de la cristiandad, conservándose hoy día la costumbre, aún vigente, de leer el calendario movible en el día de Reyes, 6 de enero, Epifanía del Señor, tras la proclamación del Evangelio. 

Finalmente, en el año 525, el monje y erudito Dionisio el Exiguo convenció de las bondades del cálculo alejandrino, creándose el anno domini o método más exacto de su tiempo para calcular la Pascua, con el ciclo metónico de 19 años[3]. Así pues, para el cálculo hay que establecer unas premisas iniciales: 
La Pascua ha de celebrarse siempre  en domingo, este domingo ha de ser el siguiente al plenilunio pascual (la primera luna llena de la primavera boreal)[4]. Si esta fecha cayese en domingo, la Pascua se trasladará al domingo siguiente para evitar la coincidencia con la Pascua judía. Este equinoccio tiene lugar el 20 o 21 de marzo. Así las cosas, queda claro que con la normativa actual la Pascua no puede ser antes del 22 de marzo (en caso de que el 21 y plenilunio fuese sábado), y tampoco puede ser más tarde del 25 de abril. Suponiendo que el 21 de marzo fuese el día siguiente al plenilunio, habría que esperar una lunación completa (29 días) para llegar al siguiente plenilunio, que sería el 18 de abril, el cual, si cayese en domingo, desplazaría la Pascua una semana para evitar la coincidencia con la pascua judía, quedando: 18 + 7 el 25 de abril. 

 

[1] Herejía producida en las iglesias norteafricanas a principio del siglo IV encabezada por Donato,  obispo de Cartago, que defendía básicamente  dos afirmaciones: que la Iglesia está formada por hombres buenos y santos y que los sacramentos administrados por ministros indignos eran inválidos.

[2] Hoy nos parece raro, pero tiene su explicación porque el año nuevo empezaba en el equinoccio primaveral, por lo que se prohibía la celebración de la Pascua antes del equinoccio real (astronómicamente hablando, antes de la entrada del Sol en Aries). 

[3] Se llama ciclo metónico por el astrónomo y matemático Metón de Atenas, que sobre el 432 a.C. calculó que la Luna tiene un ciclo de 19 años para que repita en los mismos días del año las mismas fases.

[4] La luna pascual es aquella cuyo plenilunio tiene lugar en el equinoccio de primavera del hemisferio norte (de otoño en el sur) o inmediatamente después.









Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.