Arte Sacro
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Provincia. El Pregón de un chiquillo del Postigo (Fuentes de Andalucía)


 Arte Sacro. El sábado 8 de marzo, en el convento de San José no cabía un alfiler. Era el día del Pregón de Semana Santa. Pero no de cualquier Pregón de cualquier año: se trataba del 350 aniversario de la fundación de la hermandad de la Humildad, la encargada este año de presidir los diferentes actos de la Cuaresma.

Y para realzar esta efeméride, la junta de gobierno designó a un chiquillo criado en el Postigo, en ese barrio donde se afincó el Cristo de la Humildad. Francis J. González Fernández ya no es un niño, pero su alma todavía sigue jugueteando por su barrio; por eso, su Pregón es un canto a todo lo que le une a la hermandad de la Humildad, y por ende, a la Semana Santa de Fuentes de Andalucía.

Se levanta de su asiento, enciende dos velas, besa la efigie de Santa Ángela de la Cruz, toma un sorbo de agua y se acerca al atril.

A partir de aquí, Francis se convierte en el relator de una serie de historias que gravitan alrededor del universo cofrade fontaniego: su universo.

Una monjita sube hasta el camarín del Señor de la Humildad, seguida, sin que se dé cuenta, de dos niñas. Allí, las chiquillas observan cómo el Señor le cuenta a la monja que el barrio está en alboroto porque se acerca Semana Santa.

Un niño de cinco años entabla una historia de amor con una señora altanera y barroca. Fueron tomando confianza, hasta que ella le abrió los brazos. Luego, las cosas se truncaron, ella se hizo mayor y...

Una anciana, de pelo cano y vestida de negro sólo vivía para alumbrar al Señor de la Humildad, y otra cosa no le importaba; hasta que llegó el día que no pudo seguirle más.

Por el camino de la vieja ‘Augusta Vía’, un hombre llegó a Fuentes y unos hermanos le comunicaron que el Señor del Convento necesitaba su ayuda. Desde entonces, la sombra de este ayudante se dibuja en las paredes del pueblo un miércoles al año.

Desde hace ciento cincuenta años, unos hábitos blancos de velo negro observan a través de la celosía cómo el Señor es izado al cielo y clavado en una inmensa cruz, Mientras tanto, los testigos privilegiados mantienen la respiración entrecortada.

Los que ya no están, se afanan en preparar la procesión que culminará la Semana Santa. Uno pone las velas, otro echa un cante, éste anda buscando ayudante, aquel le dice que cuente con él, el otro viste a la Virgen; y tanto afán pone cada uno, que al final consiguen que la cofradía del cielo salga a la calle.

Surcando el cielo, lejos de su Postigo, el escritor cierra los ojos y pide que el Señor de la Paz ponga sus benditas manos sobre el mundo y que todos se conviertan en esos niños que, de paso a la guardería, tocan la nariz de la burra. Así conseguirán llegar al encuentro del Señor.

Francis apaga la luz, se dirige a la habitación de su hija Inés, le da un beso y se queda mirándola. Es un sueño. El mismo que el de su Semana Santa, la que vive cada año, la que le quita el sueño, y por la que este año es su Pregonero.

Así es su Semana Santa.

Francis ha escrito un Pregón cofrade; porque, como dice José Osuna Frías, su Presentador, Francis se persona como el cofrade de la Borriquita, el de la Humildad, el del Nazareno, el de la Vera Cruz y el del Santo Entierro. Francis, siempre cámara al hombro, no deja escapar ni un detalle, no para él, sino para ponerlo al servicio del conjunto de las hermandades de Fuentes de Andalucía.

La última poesía que culminó el Pregón fue recitada con un tono de voz in crescendo. Se palpaba que el público se contenía a duras penas, hasta que estalló en un sonoro aplauso antes de que el pregonero acabara. Finalmente, Francis consiguió pronunciar el «HE ESCRITO, Y HE DICHO».

Y ahí terminó el Pregón.  

Foto y más info.: www.lafirma.es









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