De la Pasión a la Gloria en una hora y media. Esteban R. Rivas.
Cuando el "Mayo Mariano" casi despunta después del paréntesis cofrade el presente mes, no quiere despedirse sin sorprendernos extraordinariamente y mezclar dos esencias en una misma mañana: el breve cortejo de incensarios con el recién cortado romero. Así ocurrió el domingo, 27 de abril de 2008 en nuestra ciudad de Sevilla.
Dos barrios, dos devociones muy diferentes, Dos grandes, Madre e Hijo, Dos...
Plaza de San Lorenzo: Una invitación a la reflexión, ¿Qué hacemos aquí? ¿Adonde vamos?, basílica triste y desolada. Calle Vázquez de Leca: Mañana de alfilererazos en las solapas, de medallas con pátina, Función en la Catedral del barrio con rocieros por doquier.
Son los minutos previos al Ángelus rociero de Triana, y no es a deshora de la madrugá, cuando el Hijo asoma por las piedras del pórtico, cual cruz redentora carga con paso firme sobre aquella plaza, vía dolorosa de Sevilla, haciendo un guiño siempre agradecido como en la “madrugá” ya hiciera, suspendido en el aire queda un ¡Hasta pronto Madre de “la Soleá”! ¡Hasta pronto querido Juan!
La multitud conforma verdaderas mareas humanas llegadas de todos sitios, miradas atónitas y expectantes ante lo que se nos viene encima ¿Por qué no decirlo? sin palcos, ni carrera oficial de aquí y de allá, de abajo y de lo alto; no es una nueva “madrugá”.
El llanto no podía faltar, aunque sea muy de mañana su Mayor Dolor está ahí sin la sacra conversación con el Discípulo amado. Toda Ella es Criatura Celestial, que por azul concepcionista macareno no ha de quedar, celeste y oro de Carrasquilla y Esperanza.
"Simpecao de Triana, Triana, contigo vida mía". Otro barrio con alma,“vestía toa" de verde, el de "Aguela Señá Santana” en busca de otra Esperanza.
Gentes por la antigua calle larga, Pureza de Triana. Mantones y corales para “La Chiquitita del Simpecao" que sin vacilar avanza en mano, de corazón a corazón. Revoloteo del Espíritu Santo en forma de paloma por los tejaos de la vieja cava y el gentío se adentra como si quisiera buscar en la liturgia del 6º de Pascua, juncia y romero, las aguas del “Jordán rociero”, el crujir de las carretas y encontrar la sombra de los verdes pinares por las arenas del Pentecostés almonteño.
Ya se presagia la Salve, los "vivas", y en las plegarias desde el azulejo de la casa encalada, ahí está la vieja rociera que casi bicentenaria tradición le viene de casta.
Un domingo típico de Pascua, con previos al Rocío tempranero de este año. Domingo atípico por la "no madrugá" del "morao" de túnica lisa nazarena, que -todos- y a todos cubre cuando llega y su cruz nos hace sombra.
Nunca estoy solo.
Fotos: Esteban R. Rivas.