Sevilla, corrida nocturna. Oliva Soto reposta con gasolina de 98. Álvaro Pastor Torres
Martín Lorca/Oliva, Nazaré y Moral
Seis toros de Martín Lorca, astifinos, con mucho cuajo (el tercero bajó algo), desiguales de hechuras, pelos y comportamiento. Primero, cuarto y quinto con peligro en diverso grado, segundo de poco recorrido, tercero parado, y sexto manso y rajado.
Oliva Soto, de nazareno y oro: estocada un punto desprendida (vuelta tras petición) y estocada atravesada (oreja)
Antonio Nazaré, de coral y oro: dos pinchazos y estocada caída (ovación), y estocada (oreja)
Pepe Moral, de turquesa y oro: dos pinchazos y estocada corta trasera (silencio), y pinchazo, pinchazo hondo tendido y trasero y media estocada con iguales defectos (silencio)
Plaza toros de la Real Maestranza. Viernes, 14 de agosto. Corrida nocturna con motivo de la festividad de la Virgen de los Reyes. Algo más de un tercio de entrada en noche muy calurosa. Saludaron tras parear Javier Andana, Juan Carlos de Alba, Tomate de Jerez y Joselito Ballesteros después de un par con mucha exposición.
Álvaro Pastor Torres. Ser torero es más difícil que ser Papa. La frase no es mía, “ajolá” que diría El Guerra. La pronunció el reconocido fotógrafo Jesús Martín Cartaya cuando ya habían arrastrado el quinto y el balance de la noche –bastante abultado por cierto para lo visto sobre el iluminado albero- reflejaba ya dos orejas, pedidas mayoritariamente por un paisanaje ayuno de formación taurina – al menos para una plaza de la supuesta categoría de la Maestranza- pero uniformado con pañuelos blancos cortados todos por el mismo patrón.
La corrida de Martín Lorca, en puntas, seria como pocas se han visto este año, variopinta, con tendencia a pararse y complicadilla, salió pidiendo, si no Papas, al menos obispos con algunos trienios en sus sedes respectivas, pero se encontró con tres curitas novatos que tras cantar misa no hace mucho han practicado poco este sacrificio lorquiano de las cinco en punto de la tarde.
Al camero Oliva Soto, que siempre andaba con la gasolina del corazón bajo mínimos, la
prolongada sequía taurina –cuentan que 14 meses sin vestirse de luces en público- le ha debido servir para reflexionar y llenar el depósito con combustible de alto octanaje pues no parecía el mismo: entregado, decidido y valiente como el que más. Recibió a su primero con verónicas de regusto, siempre ganando terreno hasta rematar en los medios. Y siguió con un galleo muy ajustado. Faena porfiona ante un toraco reservón y parado donde primó más el pase de recurso vistoso que el toreo fundamental. Se fue tras la espada como un rayo -¿este es Alfonso o lo han cambiado?- y dejó una estocada que valía por sí sola la oreja, pero el respetable no la pidió en número suficiente y dio una vuelta con fuerza.
Donde sí tocó pelo fue en el peligroso cuarto, en el que volvió a lucirse con la capa. Tras un brindis muy emotivo a su padre aguantó tres ajustadas coladas por los dos pitones, hizo de tripas corazón y ensartó algunos muletazos aceptables intercalados con adornos para la galería muy jaleados. Volvió a meter la mano a la primera con mucha habilidad y el público, ahora sí, solicitó mayoritariamente el trofeo.
Nazaré tuvo a su favor varias cosas: la fe en sí mismo, un valor seco a prueba de sustos –el quinto lo tiró al albero de un pitonazo en la frente-, el paisanaje nazareno y hasta la banda de Tejera que se arrancó bien pronto en el segundo, un precioso animal de interminables pitones acucharados y corta embestida que le permitió una faena de más a menos con predominio del toreo diestro.
Al quinto, un regalito, le tragó una enormidad y con exposición sacó algunas tandas meritorias. (Un detalle poco torero y fácilmente corregible: se pasó casi todo el tercio de banderillas en la raya de picadores con una toalla en las manos; esto no es el boxeo).
Pepe Moral pechó con el peor lote –que curiosamente era el más deseado en el sorteo- pero aún así el matador de Los Palacios y Villafranca no pasó de porfión y encimista; con la tizona tampoco tuvo su noche, saliendo prendido de fea forma al pasar por tercera vez a su primer oponente. Al que cerró plaza, complicado también, solo pudo instrumentarle con tesón unos pases deslavazados al son de un benévolo e improcedente pasodoble que cesó pronto por un desarme. En agosto, hasta la música está de rebajas.
Publicado en El Mundo de Andalucía el Domingo, 16-VIII-2009
Fotos: Álvaro Pastor Torres.