Un hombre del tiempo sin mapa ni meteosat. J. Gómez Palas. El Correo de Andalucía.
El despertador le sonó bien temprano el pasado 4 de agosto. Se levantó, se echó al campo y a partir de las 6.24 horas comenzó a registrar con detalle en una libreta todos aquellos fenómenos que leía en la naturaleza: el tipo de nubes, su desarrolío, la velocidad del viento, el andar de las hormigas y hasta el anómalo vuelo de algún pájaro.
Los siguientes 48 minutos le darían la dave para tratar de predecir el tiempo que habrá el próximo Domingo de Ramos, 9 de abril. Antonio Cimarro Montes, tomareño de 49 años, basa sus pronósticos del tiempo en las miticas cabañuelas de agosto, una ciencia de la que se confiesa "aficionado" y cuyos secretos aprendió desde pequeño de la mano de su abuelo, manijero de la Hacienda de los Ybarra en Santa Eufemia. Siendo un chaval, rodeado de olivares y de terrenos de labradio, conoció la sabiduría antigua de la gente de campo para predecir, sin más instrumentos que la observación y la experíencia, qué depararían los cielos a la próxima cosecha.
Aquella erudición infantil no cayó en saco roto. Desde hace unos 25 años, Antonio se propuso como hobby predecir los pronósticos del tiempo para las dos fiestas más señaladas de la ciudad, la Semana Santa y la Fería, aunque fue a partir de 1994, por la "incredulidad de algunos compañeros", cuando comenzó a dejar constancia escrita de sus predicciones, agoreras por cierto para lo que queda de alio.
El otoño que se avecina no le da mucha agua, y lo peor es que Cimarro se puede jactar de cosechar muchos aciertos. "Tengo casi un 90% de acierto de lo que predije para este 2005, lo que pasa es que si en esta ciudad te equivocas con el tiempo de un Lunes Santo, el resto de la predicción no vale para nada". En estos días, Antonio pone en orden los apuntes registrados después de varias semanas de observación. "Mi forma de hacer las cabañuelas el del 1 al 12 de agosto, y cada dia corresponde a un mes del año. A su vez, las 24 horas del día las subdivido en bandas horarias para ir descifrando el tiempo de ese mes por semanas o decenas".
Después de cruzar algunos datos con un compañero de Chucena, Antonio se atreve a pronosticar que, al fin, en 2006, tendremos un otoño lluvioso, aunque la primavera será más bien seca. Según sus predicciones, enero será lluvioso, aunque le sucederán tres meses de lo más seco. Mayo y junio serán más calurosos de la cuenta. "A finales de julio bajarán las temperaturas, de modo que agosto será algo más llevadero'. Eso sí, a mediados de septiembre, las cabañuelas anuncian la llegada de "aguas tempranas" hasta bien entrado el puente de la Inmaculada, una predicción que hace soñar con el fin de la sequía.
El apunte
Confirmar o matizar los pronósticos. Antonio Cimarro confirma o matiza sus pronósticos realizando las contracabañuelas, es decir, anotando los cambios atmosféricos que se producen entre el 13 y el 24 de agosto, aunque en esta ocasión en orden inverso tanto en meses como en franjas horarias, de manera que el día 13 corresponde al tiempo que hará en diciembre y el 24 al que tendremos en enero.