Un cabildo para el cambio. Diputado de Cruces

En primer lugar, hay que decir que a nadie debe extrañar que las nuevas hermandades aspiren a dar a su salida procesional la forma que fue adoptada en Sevilla hace ya más de cuatrocientos años a raíz de una normativa (y esto conviene no olvidarlo) emanada desde el Palacio Arzobispal y sería injusto exigirles otras cosas, en especial a esta hermandad que ha esperado pacientemente durante veinticinco años su reconocimiento, años en los que ha colaborado con un trabajo ejemplar en la pastoral de su parroquia, ya que no parece que la antigüedad deba establecerse en el ámbito cristiano como fuente de derechos. Sin embargo, sí es cierto que en la actualidad existe una norma diocesana (para ser precisos, el Artículo 53 de las Normas Diocesanas de 1997, en pleno vigor) que limita a cincuenta y siete el número de hermandades autorizadas a hacer sus anuales estaciones de penitencia en la Catedral, norma que, curiosamente, no habla para nada de la carrera oficial. Por ello, puede entenderse que una pretensión de la hermandad en este sentido, de producirse, chocaría con la legalidad vigente.
Con todo, el Cardenal de Sevilla ha manifestado públicamente que “las normas se pueden cambiar” y que “la Catedral de Sevilla” debe estar abierta a todos los fieles”, lo que podría significar un reconocimiento tácito a la necesidad de rectificar la citada norma, lo cual, personalmente, me alegraría muchísimo, pues nunca me ha gustado ni le he visto sentido a la limitación que establece, la cual, además, me parece discriminatoria y poco cristiana porque creo que todos estamos de acuerdo en los beneficios espirituales que tiene hacer estación de penitencia a la Catedral, ¿verdad? ¿O es que los que sí hacemos estación de penitencia allí vamos pensando en otros “objetivos”? De todas formas, si no están tan seguros como yo, plantéenles a los sesudos ideólogos de la ortodoxia la posibilidad de que una de las llamadas hermandades de vísperas solicite pasar por la Carrera Oficial aunque sin entrar en la Catedral para no incumplir la mencionada norma. Verán como rápidamente les ofrecen multitud de ejemplos de esos beneficios y les argumentan con poderosas razones que la única razón de que exista la Semana Santa es hacer estación en la Catedral. Y, entonces, yo me pregunto: ¿tenemos derecho a negarles a algunos de nuestros hermanos tales beneficios?
Y es que, en realidad y a pesar de todo lo dicho, no pueden obviarse los “efectos colaterales” que tendría que el Polígono (y el Carmen y las que vengan detrás) hiciera estación de penitencia a la Catedral, aunque fuera el sábado anterior al Domingo de Ramos. Me refiero, claro está, al reparto de las subvenciones. Porque, que haya sillas o no ya sabemos no es determinante para recibir una subvención (ahí está el ejemplo de la Hermandad de la Resurrección para demostrarlo y ojalá que pronto deje de ser ejemplo para poder integrarse con todas los demás) y sí lo es “pasar” por la Carrera Oficial, algo que sólo depende del Consejo General (de éso, ya saben) y no de ninguna norma diocesana, aunque algunos se escuden en el famoso Artículo 53 (que, repito, no habla para nada de la Carrera Oficial) para negar a las nuevas hermandades esta posibilidad. Casualmente, a la Hermandad del Polígono, la Campana le viene de paso hacia la Catedral, así que….
En fin, parece que la decisión que tome el Cabildo General de esta hermandad puede tener importantes repercusiones en la forma actual de la Semana Santa. Ya veremos.
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