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"Eterno Bienve". Moisés Ruz


Ya os digo yo que hoy no estará muy contento asomado desde ese balcón labrado en madera de naranjos del Barrio León. Ahí andará comentándole a Juan Vizcaya lo idiotas que somos recordando su memoria, en vez de estar tomándonos unas cervezas en Mariscos Emilio o un "pescaíto" en el Reina Victoria que tanto le gustaba con su familia de El Programa -cuántas tertulias gloriosas nos brindaste en las noches televisivas de los jueves en Ondaluz y los lunes en Cruz de Guía con Paco García-. 

No. Los que lo conocimos bien sabemos que esto de poner una calle con su nombre no le hará mucha gracia -no era hombre de premios, ni de homenajes, ni de parafernalias- pero, ¿qué quieres que te diga, querido Bienve? Te conocemos y nos conoces bien y del mismo modo que sabemos que este traje no está hecho para ti, tú bien sabes que los que te queremos no íbamos a quedarnos sin visitar al sastre. Con lo duro que es convivir con tu ausencia, qué menos que ponerte una calle bajo un cielo de azahar para al menos perdurar tu esencia en nuestros rotos corazones.

Hoy ese clavel que florece del recuerdo, ha sido la puerta que unan cielo y tierra para sentirte más cerca que nunca. Esta noche hemos sentido tu presencia e incluso tu aliento. Hemos recordado aquellas tardes de balonazos en la Plaza de San Gonzalo cuando apenas eras un crío o lo que fuiste, eres y serás para nuestra Hermandad de San Gonzalo. Porqué que nadie lo olvide, hoy somos en gran parte por lo que tú diste. Hasta tu último aliento. E incluso hemos echado en falta tus riñas en esta noche de los recuerdos, aunque todavía eres capaz hasta de echarnos alguna reprimenda por este acto. Pero, ante todo, hemos vuelto a sentir el latir de ese corazón que no te cabía en el pecho.

Lo diste todo y nos enseñaste casi todo en un largo camino en el que tomaste la bandera de San Gonzalo y la ondeaste por cada rincón que pisabas. Tú eras el alma mater de mi hermandad del Lunes Santo. La que me enseñó mi padre Curro, tal y como tú le enseñaste a fajarse cuando siendo niños cumplisteis un sueño de adultos dándole forma a la primera cuadrilla de hermanos costaleros en los costaleros en los confines del Triana.

No me extraña que se te eche tantísimo de menos. Qué me dices, por poner algún ejemplo, de aquellos ancianos que sonreían cuando cogías la guitarra en caseta de la Feria o los domingos en la Residencia de la Avenida de Coria y hasta los ponías a bailar. O aquellas familias que llamaban a la puerta de la hermandad pidiendo auxilio para llevar comida a casa, buscar trabajo o, simplemente, pagar una factura de la luz. Jamás las dejaste solas. Hoy justifican tu calle por tu inconmensurable carrera como músico y compositor (sin duda alguna), pero para otros el callejero de la ciudad registrará tu nombre por ese alma bondadosa y tan generosa de la que aún hoy tenemos mucho que aprender.

Así comenzamos estos 16 locos de la comisión a atravesar desde hoy estos escasos pero preciados metros que nos guiarán ya por siempre a tu memoria. Y de fondo siempre un hilo musical: Réquiem en tu recuerdo y la Salve a tu Virgen de la Salud en esas mañana de Lunes Santo -algunas lágrimas recorrían tus mejillas cuando punteabas la guitarra, reconócelo... La amabas y ya estás con Ella-.

Posiblemente había y habrá mil maneras de hacerlo, pero permítenos que hoy celebremos que nuestro amigo va a tener una calle dónde siempre la mereció, frente por frente a la parroquia que te vio crecer y caminar por este tránsito terrenal y tan cerquita de la casa donde tu mujer y tus hijos aún tanto te añoran y dónde seguro le contarán tus mil batallas a esa flor que emerge del vientre de tu nuera. Carlos Jr. es la semilla que dejaste a través de tu hijo en la tierra y desde ahí arriba lo cuidarás como lo que ya eres: un abuelo con alas de ángel. Y seguro le darás de beber de tu fuente de la Salud. 

Por ello era de justicia, y aunque el camino ha tenido sus aristas, hoy esta comisión formada por tu gente de San Gonzalo junto a nuestra Peña Cultural de Los Ángeles ha pegado un izquierdo que ha parado el tiempo para que tu nombre, si es que ya no lo era, desde esta noche se haga eterno. Y entonces aquel hastag hecho lema en una noche otoñal es una realidad: ya tenemos una calle para Bienve y aunque nunca te irás de nuestras vidas, pero al menos sí más tranquilos ya podemos decirte "Hasta siempre, Soberano". Estamos en paz. 

PD: No nos riñas, que te queremos con locura.

A mi amigo y mi hermano Bienvenido Puelles Oliver.

Un beso al cielo.

Moisés Ruz. 










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