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Opinión. La estación de penitencia sin imágenes. El Diputado de Cruces.


Parece ser que en un próximo cabildo general de cierta hermandad se va a proponer que,  en caso de lluvia, la cofradía hiciera estación de penitencia sin los Sagrados Titulares. Bien, a mí esta propuesta me parece un error, aunque no, como he leído por ahí, un disparate. En mi opinión, un disparate es la frase aquella de “a mí no me mete nadie la mano en la cartera”, por lo que se quiso decir con ella, algo totalmente alejado de los valores de solidaridad y hermandad que deben primar en el mundo (cristiano) cofrade y por el contexto en el que se dijo. Pero esta propuesta, creo que, insisto, equivocada (en todo caso, vaya por delante el total respeto a las decisiones soberanas de cualquier  cabildo general), entiendo que refleja una sincera preocupación ante la “trivialización” que está sufriendo nuestra Semana Santa, de la que somos culpables todos los cofrades, por permitir que se esté perdiendo el auténtico significado (de origen religioso) de nuestros cultos públicos y que se esté prestando más atención a lo que ocurre delante, debajo y detrás de nuestros pasos que a quienes representan las imágenes que van encima de ellos, es decir, a Aquél cuya Pasión, Muerte y Resurrección (sí, también la Resurrección) conmemoramos esos días y a Su Bendita Madre. Y explico por qué creo que la propuesta es un error.

Este diputado sigue siendo un ingenuo, a pesar de sus muchas canas y creía que cuando se suspendía una estación de penitencia, se hacía, fundamentalmente y sin menospreciar otras cosas, pensando en las personas que forman el cortejo procesional, para que no sufrieran las inclemencias meteorológicas. En fin, ya sé que no, que las imágenes, los bordados, los dorados, las orfebrerías y los enseres son más importantes que las personas. Bueno, no todas, sólo más que los nazarenos y acólitos, a los que, en bastantes casos, después de alargarles innecesariamente el itinerario, se puede hacer parar, después de varias horas de penitencia, a cincuenta metros de la puerta durante largo rato, todo para el mayor lucimiento de otros miembros del mencionado cortejo mientras muestran su fuerza o sus habilidades musicales.

Si ahora una hermandad, ante la certeza de lluvia, decide guardar en casa a sus imágenes y enseres y salir a la calle sólo con sus nazarenos, ellos serán los que se mojen, sufran el frío y la humedad y transiten por calles vacías. ¿No es un poco más de lo mismo, de quitarle, aunque sin pretenderlo, importancia a lo fundamental, a las personas que quieren dar culto a Jesús y a María, para proteger lo accesorio, por muy valioso que esto sea? Ya sé que tenemos la responsabilidad de pasar a nuestros descendientes lo que hemos recibido, en particular, el patrimonio material, pero también y sobre todo, el espiritual, nuestra fe y el respeto a nuestros hermanos. Y no estoy seguro que propuestas como estas ayuden a ello. Si no se puede salir, pues nos quedamos todos en casa, rezamos un Vía-Crucis en la intimidad del templo y abrimos las puertas para que nos visiten los sevillanos que quieran. ¿Hay mayor demostración de fe y de piedad?

Fíjense que he escrito más arriba “ante la certeza de lluvia”, porque supongo que ante la sola amenaza de lluvia, nuestras hermandades harán lo que siempre se ha hecho (y esto sí es historia de las cofradías, ahora que usamos la historia como nos parece), salir a hacer la estación de penitencia (que tenemos obligación de hacer, salvo que, efectivamente, sea realmente imposible) y si luego hay mala suerte y llueve, pues unos buenos plásticos y a refugiarse. Sí, me gusta ser un ingenuo, ya lo sé. Pero es que me resulta muy chocante contemplar como esta ola que nos está destruyendo, repito, con nuestra impagable colaboración, ha convertido, por ejemplo, una imagen (la del Nazareno de Pasión envuelto en plásticos) que debiera ser orgullo para su hermandad, por haber hecho lo que se tenía que hacer (aunque luego saliera mal), lo que se ha comprometido a hacer desde su creación, en todo lo contrario, casi una vergüenza. Y así nos luce el pelo.

Una nota final. Lo mismo que no puede entenderse una estación de penitencia sin imágenes y, aunque sea algo mucho más reciente, creo que tampoco se entiende un Vía-Crucis de las Hermandades sin imagen que lo presida. Con una diferencia que lo empeora. Si llueve el Jueves Santo, no se puede salir otro día de la Semana Santa, como antiguamente, por razones obvias. Pero si llueve el primer lunes de Cuaresma, está el segundo y el tercero y el cuarto martes y el quinto miércoles y…. Pero, claro, para eso hacen falta imaginación, iniciativa, entusiasmo, independencia, capacidad organizativa y otra serie de cualidades que, lamentablemente, escasean entre nuestros dirigentes cofradieros.

En fin, intentemos, entre todos, poner un poco de sensatez en todo esto, para que una “mudá” desde el almacén o un ensayo de bandas no se conviertan en momentos tan importantes y masificados como la salida procesional, algo a lo que ya vamos en camino.

diputadocruces@yahoo.es

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