Arte Sacro
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Lo propio de la Semana Santa. Javier Ramos Sáez.


 Lo propio de la Semana Santa es ese balance de contraposiciones antagónicas. Por un lado el júbilo y la fiesta de la Madre del Señor y por el otro lado la austeridad y seriedad del momento pasionista de Jesucristo.

La universalidad de la Semana Santa en Sevilla son esos dos matices contrapuestos: la alegría y la seriedad que se conjunta en una armonía sin igual. Sólo en Sevilla esto es posible.

Pasamos de la alegría ensimismada de la Esperanza y Madre de Sevilla por los lugares recoletos de la zona de San Gil a pasar por la seriedad del barrio de San Lorenzo con su Jesús del Gran Poder y Señor de Sevilla, que refleja el patetismo y la terribilitá propia del renacimiento italiano de un Laocoonte. Alegría en dulzura de Madre y sufrimiento en su Hijo con la aceptación de la Cruz a cuestas camino del Calvario.

Fiesta y pesadumbre conviven en una mágica aceptación del misterio del Verbo que se afirma en las calles de Sevilla. Esa aceptación del pueblo radica en su floklore, tan contradictorio como siempre. Floklore negro y folklore del pueblo.

 Lo propio de la Semana Santa , señores, es la contradicción: esa regla lógica de reductio ad absurdum que hace que Sevilla sea lo que es ahora. De la contradicción pasamos a la esencia de la Semana Mayor. Es la identidad del rito pasionista y es lo que hace que la protestación de fe de la Pasión de Cristo por las calles de la antigua Hispalis perdure en el tiempo en una fiesta tan efímera como eterna en el recuerdo. Como ven todo es una ‘analogía contradictoria’.

Pasamos del júbilo de hacer una estación de penitencia a quedarnos desolados por no hacerla por culpa de la inclemencia meteorológica. Ineludible afirmación el aferrarnos al azar del cielo.

Lo propio parece ser también cuestión de la tradición, y como dice Antonio Burgos, las tradiciones en Sevilla son cosa de dos o tres años. Así que el que llueva un Viernes Santo se vuelve una tradición desgraciadamente y sin que nada lo evite hay cofradías que les pasa esto.

Cofradías como la de San Isidoro, con tres años seguidos sin salir el Viernes Santo, o el Cachorro se han quedado este año otra vez sin salir de sus puertas, unas puertas que añoran el roce del dorado de los excelsos pasos de Nuestro Señor. Sólo Dios ha querido que sucediese para que el próximo año la fe y la entrega sea mayor. Él es sabio y no hay que dudar de su voluntad porque su entendimiento y su voluntad son sus decretos.

Lo propio de la Semana Santa está aún por escribir, gracias a Dios.

Fotos: Francisco Santiago









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