Primer Viernes de Marzo. Antonio Sánchez Carrasco
El día se levantó plomizo, con unas nubes negras, como la túnica de aquel nazareno primitivo que cada primer viernes de marzo compartía aguardiente, visita a San Antonio Abad y torrija en los Estepeños con sus amigos. Se fue en diciembre y aún añoramos a aquel amigo de hablar despacio y mente preclara que me dejó como recuerdo un soneto engarzado a su Cristo en un folio cuando el cáncer se lo estaba comiendo. El Ligado de Baltanás se fue hacia arriba, donde Alberto espera y aguarda a la resurrección de los muertos para seguir hablando de flamenco y cofradías. No pasa un primer viernes de marzo sin mi brindis al cielo y mi aguardiente pausado en su recuerdo. El día acabó donde el Dios de las avenidas y los espacios infinitos, rodeado de esa maravillosa tertulia que sólo se reúne cuando Dios y su Madre pisan el suelo del Tiro de Línea. Le debía algo a su Madre y alguna reprimenda al de las manos atadas, pero al llegar allí lo entendí todo, otra vez, nunca podría ser ateo mirándote a la cara, agaché la mirada y me fui fuera donde empezaba a llover, ya se habían suspendido los vía crucis externos y allí terminaba nuestro primer viernes de marzo.
#LosLunesalSol
Foto: Antonio Sánchez Carrasco.