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La Virgen del Cister, una obra del pintor sevillano Andrés Pérez. Antonio Gómez Arribas


 En la Alameda de Hércules de Sevilla había una pequeña capilla en estado casi de ruina bajo la advocación de San Benito y perteneciente a la Orden de Calatrava. En el año 1652  se ordenó su remodelación y se encargó a Valdés Leal la decoración del retablo de dicha capilla. Entre los cuadros del maestro Valdés Leal que componen el retablo y que han llegado hasta nuestros días, hay uno que no corresponde a su mano.

Desaparecidos Murillo y Valdés Leal,  estos siguen arrastrando tras de si una pléyade de seguidores y discípulos, que con mayor ó menor acierto, justifican la  importante demanda de obras de arte por parte de parroquias, monasterios  y cofradías,  con las que decorar, renovar y adaptar sus dependencias a la corriente pictórica imperante. Estamos a caballo entre las últimas décadas del siglo XVII y los albores de la siguiente centuria. Andrés Pérez es un solicitado artista de éxito entre la clientela sevillana.

Según el historiador Juan Agustín Ceán Bermúdez , Francisco Pérez de Pineda, su padre y primer maestro "le enseño los principios del arte, y como discípulo de Murillo procuro encastarle en el gusto de su colorido". Su  repertorio iconográfico es variado y susceptible de ser adaptado a las necesidades, sin grandes pretensiones de evolucionar e innovar, deudor en parte de los grandes maestros autóctonos de la segunda mitad de siglo y de los grabados y estampas de origen flamenco que circulan desde hace años por los talleres andaluces de pintura. Maneja con soltura y demuestra gran maestría en el género de flores; es un pintor preciosista al que gusta recrear sus obras de minuciosos detalles en telas y brocados como lo demuestra la Santa Bárbara que se subastará el próximo día 24 de este mismo mes de noviembre en la sala Arte, Información y Gestión.. Esta forma de ejecutar la obra, es apreciada por sus contemporáneos y cotiza a su favor.

Aquel cuadro de autor anónimo ó erróneamente relacionado con Juan Ruiz Soriano, que forma parte del retablo de la Iglesia de San Benito  representando a la Virgen entre dos santos arrodillados e identificados con la cruz de la Orden de Calatrava, San Benito y San Bernardo de Claraval, es posible atribuirlo,  por la similitud en la forma de tratar las telas y personajes con los modelos empleados y salidos de su mano, al pintor Andrés Pérez de Pineda.

Es un deber restituir la autoría de tantos cuadros anónimos que existen en las dependencias de nuestras iglesias y edificios religiosos. Las hermandades y cofradías  son partes fundamentales en este sentido, al mantener en sus dependencias y bajo su tutela,  buena parte de la obra de estos desconocidos y encasillados bajo el término de "artistas secundarios" barrocos. Es también un deber conservar este legado,  y el mejor ejemplo nos lo ofrece La Hermandad de la Quinta Angustia con la restauración reciente de este óleo.

Antonio Gómez Arribas
antoniogarribas@hotmail.com

Foto: Virgen del Cister de la Hermandad de la Quinta Angustia









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