De Pilatos a Luz Interior, 2000 años de información Cofradiera (II). Francisco Santiago

Reconozco que es muy difícil de tratar este tema del cual sigo comentando, entre otras cosas porque no sé hasta que punto se puede tratar un “rumor” como fuente fidedigna de información.  Si nos vamos directamente a la definición de la palabra, nos encontramos lo siguiente: “Voz que corre entre el público. || Ruido sordo o confuso y continuado”.

Lo que ocurre es que cada vez más se está utilizando el “Rumor” como propaganda legislativa, más cercanos a la intención de “opositar” contra juntas, bandas o personas concretas que de hacer llegar una posibilidad (real o no) que algo concreto ocurra.

El arte de “rumorear” se lleva utilizando desde tiempos pretéritos, como diría mi amiga Irene Gallardo, pero cada vez con más frecuencia los mismos recorren los aires cofradieros como puntas de lanza que, no sólo transportan la información, también pueden herir la “sensible” piel del cofrade, porque no olvidemos que una gran parte del entorno de nuestras hermandades y cofradías se basa precisamente en sentimientos.

Parece como si los comentarios vertidos en forma de rumor, se hayan concentrado en otro término que anda paralelo a la religión pero que nada tiene que ver con ella. Estamos hablando de la superstición, que significa “Creencia extraña a la fe y fuera de razón”. ¿Se están convirtiendo los rectores de nuestras corporaciones en supersticiosos, por consiguiente alejándose de la Fe ?

Otra palabra que encontramos en el diccionario y que viene al caso es “suponer”, que en su definición por la Real Academia Española nos dice: “Dar por sentada una cosa || Fingir una cosa”. Como ven en la propia definición (según la que se utilice), da opción a dos posibles resultados, incluso contradictorios.

A pesar de todo, un rumor jamás se debe de dar por “supuesto”, porque en el momento en el que se hace esto, deja de ser una posibilidad y se convierte en algo “tangible”, que se puede ver, tocar o realizar.

Vamos a intentar seguir las normas, porque no queremos ser parte de esta sociedad actual, donde “libertad” y “libertinaje” han llegado a confundirse sobremanera, sobre todo desde la aparición de la Ley del Menor.

Pero también quiero dejar clara una cosa, no puedo impedir (ni quiero) que sigan navegando los rumores por la red de redes, pero sí puedo hacer que se diferencie entre un rumor que no tiene por qué ser contrastado, a otro que exige una “certificación”, porque el mismo puede hacer daño.

No se pueden ni imaginar a los “Status Oficiales” que está llegando la rumorología. El secretismo se hace patente en muchas ocasiones, pero vuelvo a ahondar en la herida: ¿Si algo es secreto como llega a ser un rumor popular? ¿Quién utiliza a quién?.

Queremos y trabajamos desde la “libertad de expresión” y la confianza, la cual esperamos poder seguir manteniendo, aunque no siempre sea posible, porque errar es de humanos y “todos sin excepción” lo somos; al menos eso quiero creer, porque una “versión oficial” de un hecho a veces puede ser como un billete de 30 euros a la vista de otros.

Por otra parte, un rumor jamás debería de acarrear una “rectificación”, porque en el momento en el que se hace una rectificación, se supone que ese rumor iba más allá de una simple alusión a un tema y eso se debe de evitar a toda costa, aunque impere el reino del “amiguismo”. Desde mi postura de “padre de la criatura”, puedo asumir responsabilidades o decisiones, rectificando si es necesario, pero esto no se puede convertir en algo cotidiano,  tanto desde un lado como desde el otro.

No convirtamos las Hermandades en “guetos restrictivos”, nos estamos volviendo demasiado “sensibles y susceptibles” a la caza de ritos ancestrales; segregando hermanos e intereses particulares; rozando los límites de la homofobia en algunos casos concretos, pero ¿en beneficio de quién o de qué?

Reitero la pregunta: ¿Quién utiliza a quien? 

Noticia Relacionada: 09/09/2005- De Pilatos a Luz Interior, 2000 años de información Cofradiera. Francisco Santiago