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Isaac Riera (misionero del Sagrado Corazón): “La Iglesia tiene muy asumido que su imagen siempre estará deformada por inveterados e inamovibles prejuicios".


IVICON. Acusar a la Iglesia de ser enemiga del humanismo occidental y de la modernidad, esgrimir en su contra las armas de la intransigencia en nombre del pluralismo democrático, utilizar de manera sistemática la deformación caricaturesca, la demagogia o la mentira contra una institución que ha contribuido decisivamente a la construcción histórica y cultural de la sociedad son, a juicio del misionero del Sagrado Corazón Isaac Riera, “prejuicios anticatólicos falsos e irracionales”.

En su colaboración mensual para la revista de la congregación Madre y Maestra, Riera escribe que “los prejuicios anticatólicos han cristalizado en unos cuantos tópicos que, a modo de cantinela, se repiten de época en época y de generación en generación cuando se habla de la Iglesia Católica ”. Para el religioso, detrás de esta postura están “los que carecen de inteligencia crítica y de honestidad intelectual” y “simplifican las cosas con malévola intención”.

En este sentido, los tópicos constituyen “el instrumento principal para la demagogia”, que presenta a la Iglesia como “enemiga de la modernidad, el gran mito de nuestro tiempo”. Riera repasa en su escrito cinco tópicos contra la Iglesia : la acusación de estar anclada en el oscurantismo en materia doctrinal y en la más rancia y obtusa tradición (¿dogmática e inquisitorial, o fiel a Jesucristo?), los que la ven como baluarte del conservadurismo en ideas y principios (¿reaccionaria o defensora de la verdad?).

También se refiere a quienes creen que la Iglesia está siempre del lado del poder y de los poderosos y ella misma es un poder “fáctico” (¿afán de poder, o víctima del poder?), los que la asocian con la riqueza y el lujo, cercana a las clases acomodadas (¿riqueza ostentosa, o servicio a los pobres?) y quienes creen que antepone un doctrina trasnochada a las situaciones y problemas de las personas (¿dureza inhumana, o defensora de la dignidad de la persona?).

El autor del artículo desmonta cada uno de estos prejuicios aportando datos históricos y ejemplos concretos. “Los hechos y la doctrina de la Iglesia están ahí, y pueden ser analizados y comprobados por cualquiera”, esgrime. No obstante, el articulista piensa que “ la Iglesia Católica tiene muy asumido que su imagen siempre estará deformada por inveterados e inamovibles prejuicios, uno de los signos de identidad del progresismo y de ciertos sectores anticlericales”.









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