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Sevilla, la destrucción de un sueño. Francisco Santiago.


 El pasado lunes 1 de noviembre un”gorrilla” rumano moría a manos de compatriotas en la Carretera de Carmona tras una brutal paliza.

El día 6 otro incidente con ciudadanos de países del Este, que entraron violentamente en la casa Hermandad del Buen Fin, ocasionaron heridas a Juan Vara, mayordomo segundo de la corporación, aparte del robo de parte de la recaudación de la lotería de navidad y otros enseres de menor importancia. ¿Qué hubiera pasado si no llegan a aparecer otros hermanos y dan la voz de alarma?

El pasado 2 de octubre una niña de 12 años resultaba herida de gravedad al ser apedreada presuntamente por parte de menores del Vacie cuando circulaba en el coche familiar por la zona. Los bomberos siguen siendo apedreados en distintas zonas de la ciudad. Unos hermanos de 9 años sufren un intento de violación en Los Bermejales que gracias a Dios no se llego a consumar.

El primer fin de semana de noviembre también ha ocasionado la quema masiva de contenedores de basura, concretamente 20 en 24 horas y en la zona de la estación de Córdoba este mismo fin de semana, multitud de coches aparecieron con los cristales rotos.

Robos con intimidación, atracos a supermercados a mano armada, acoso, atropellos, amenazas y agresiones a maestros, acoso entre estudiantes, destrucción de material urbano y asaltos a colegios..., y así miles de casos más de inseguridad ciudadana que casi han puesto el “estado de sitio” en nuestra ciudad a partir de ciertas horas.

Estamos invadidos por pandillas que atemorizan a barrios enteros en los cuatro puntos cardinales de la ciudad, con una media de edad que no supera los 17 años en la mayoría de los casos, megaprotegidos por la ley del menor. Los avisos a emergencias 112 no vale para nada porque, siempre que son casos policiales, no acuden a tiempo... y así podría rellenar folios y folios.

La inseguridad es latente y patente en todas las zonas de Sevilla, porque esto no es un mal de 3 barriadas, esto es algo ya de carácter genérico que, como es habitual, sólo afecta al ciudadano de “a pie”. Tampoco es un problema de etnias o razas, no hay que cambiar de nacionalidad para hablar de peligro, inseguridad, maltrato o amenazas, que están a la orden del día y todos los días. Igualmente, ¿no han notado que las líneas de autobuses de TUSSAM están invadidas por “canis” (chicos y chicas) que molestan al resto de viajeros y cada vez con más asiduidad?

¿Qué le pasa a nuestra juventud? ¿Qué les pasa a los padres de estos jóvenes? ¿Qué espera nuestra policía? ¿Cuándo y quién se va a hacer responsable de este “toque de queda” que los ciudadanos nos hemos auto impuesto para proteger a nuestros hijos y a nosotros mismos? ¿Cuándo se van a terminar los asentamientos y guetos? ¿Pero qué coño pasa en esta Sevilla y hasta cuando tendremos que aguantar para no comenzar a defendernos con nuestros propios medios?

Estamos cansados de ser los conejillos de indias y quizás, en no mucho tiempo, seamos un simple reflejo de lo que está ocurriendo en Francia, pero dándole la vuelta a la tortilla. El famoso eslogan que se puso en marcha con la revolución francesa de Libertad, Igualdad y Fraternidad ha quedado en entredicho hasta en el propio país que lo vio nacer. Y ya situados en esta piel de toro, abría que añadir: ¿libertad para quién?

Estamos cansados, muy cansados de tanta libertad para ejercer el libertinaje. Volviendo a los eslóganes y para concluir la descripción de esta pesadilla real, podríamos también incluir en las propagandas esta otra frase: Sevilla, la destrucción de un sueño.

Foto: Francisco Santiago.









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