Allá por los altos cielos. José Cretario. ABC Sevilla.
Va a ocurrir con la discreción de las cosas grandes a esa hora en la que en el barrio comenzaban a hervir las ollas de la comida del domingo. Si hubieran podido, ni siquiera nos habríamos enterado, pero en este siglo trepidante hay cosas que rozan lo imposible. No me refiero al cabildo de la Hermandad del Sol que hoy avanzará buscando un futuro de penitencia. Eso es simplemente lo urgente. Lo grande de este domingo es que el Cachorro sin ni siquiera cruzar la acera volverá a la casa donde nació hace más de tres siglos. Pared con pared, pegada al templo, le espera esta mañana, temblorosa y rechinante, la antigua ermita donde paraban los viajeros cuando iban o venían camino de Huelva o de Castilla.
Allí, escuchó el Cachorro el primer Padrenuestro. Se lo decían en latín a Él, que se había acostumbrado al acento dulce del taller del artista utrerano que le encontró escondido en el bloque de cedro. Aquí, entre la cal, el mármol y los azulejos ha estado más de media vida. Habitó en riadas y revoluciones, aquí conoció reyes y papas, escuchó todas las penas antiguas de Triana, aquellas últimas de Belmonte al que no pudo convencer... aquí se alegraba cada vez que venían por la calle Castilla los Puello, los Herrera, los Elliot, los Ramírez, los Alex o los Astolfi a enseñarle a los niños recién nacidos.
Si hoy le acompañáis notaréis que el pecho se le hincha de un suspiro cuando cruce el umbral de su vieja casa donde no le ha terminado de arder el dolor de ausencia de la Señorita. Ya dentro volverá a soñar que le acaban de poner claveles rojos al calvario de aquel paso que le hizo Lastrucci. Y cuando se quede solo, le asaltará un pasado de nubes de alhucema con el rostro del gitano acuchillado que le sirvió de espejo.
Será un viaje corto para remover los siglos, mirar arriba y musitar de nuevo a manera de letanía las palabras de Núñez de Herrera. «Allá por los altos cielos, ¡cuánto hablarán de Triana Jesús y el apuñalado!». Son tantos recuerdos...
En este mundo de cosas urgentes nos olvidamos con frecuencia de lo importante, y lo importante es que el Cachorro, esta mañana, vuelve a ser un niño.