La Madre bajó desde San Benito para acompañar a sus mayores

Francisco Santiago. Podría parecer algo repetitivo, pues nada más y nada menos que van 11 años desde aquella primera vez en 1999 que la Palomita bajo de los altares de la parroquia de san Benito para ir a visitar a sus más queridos vecinos, aquellos que pasan su humilde vejez en el asilo de las Hermanitas de los Pobres.

Es un traslado “in”, debido a lo íntimo y a lo intenso del mismo. Este año, además, han entrado por la puerta lateral que da a la calle por donde suele salir la Cofradía, evitando el molesto corte de la Avenida Luis Montoto y haciendo más emotivo aún el momento.

Cuando llega la Virgen de la Encarnación a las mismas puertas del Asilo, baja hasta el mismísimo suelo para atender a cada uno de los presentes de “tú a tú”, como si de su propio Hijo se tratara.

Enfila el pasillo más humilde aún, sin su corona, luciendo su nueva saya y manto, siendo una más entre aquellos “bienaventurados” que la esperan como se espera a la madre o al hijo que no viene a verles. Hay mucho más que algo habitual en este acto, algo que sólo se puede decir con esa fuerza que sacan nuestras hermandades cuando quieren: “Amor, Fe, Esperanza y Caridad”.

Hoy domingo será un día muy especial con la Eucaristía oficiada por el Capellán de las Hermanitas, José Marín Cruz y la posterior convivencia entre los hermanos y los mayores, donde se les ofrecerá el almuerzo de Navidad.

Ya por la tarde, la Madre llorará de nuevo de emoción al despedirse de sus seres queridos para volver junto al Señor de la Presentación y al Cristo de la Sangre, para seguir recordándonos la Pasión que cada año surge del Adviento. Será a las 18,30 horas de este mismo día tras el rezo de las Vísperas.

Fotos: Francisco Santiago