La Virgen que vino de lejos. Javier Segura Márquez.

Siempre se habla, al tratar de asuntos demográficos contemporáneos, de la huida o exilio de los andaluces en múltiples partes del mundo y su asentamiento en aquellos lugares. El andaluz lleva con él a cualquier rincón del mundo su universo cercano de creencias religiosas. Se vienen a la cabeza dos ejemplos de hermandades, en este caso rocieras, que ilustran bien lo que decimos: la hermandad de Emigrantes, fundada en la ciudad alemana de Bolchot y trasplantada después a Huelva, o la más reciente de Bruselas, que atravesó todo el continente en un Camino Europeo hermoso pero desgraciadamente algo utópico.

Aquellos onubenses, malagueños y sevillanos que irrumpieron en las calles neblinosas del Norte con unas prácticas religiosas algo festivas para aquel entorno, pudieron encontrar una especie de inadecuación al medio que no se daría tan acusadamente en nuestra propia ciudad de Sevilla.

Sevilla, acostumbrada a acoger muchas advocaciones de los más diversos puntos contempló como, convertida en la Alemania del Sur, muchos de los que habitaban en otras provincias por diversas circunstancias, por problemas de distancia y de difícil comunicación con su tierra de origen, iban colocando en algunas iglesias del centro, una réplica, más o menos enriquecida de la Virgen de sus amores. La Virgen que vino de lejos en los corazones de los trabajadores.

Dejando a un lado las hermandades rocieras, con suficiente difusión, pretendemos con estas líneas hacer un breve pero sincero homenaje a esas hermandades humildes, que son como espejos de tantos puntos de Andalucía en nuestra Ciudad. Sus advocaciones son cada vez más familiares, pero da pena encontrar algunos cofrades que todavía no conocen o reconocen algunas de ellas. Sirva este trabajo para mayor conocimiento de ellas.

Sólo la Virgen de la Cabeza , la Morenita de San Juan de la Palma , tenía hermandad constituida desde 1561 con orígenes emparentados con la Hermandad de las Siete Palabras. Se renovó a sí misma en 1931, el 8 de Febrero, como reza la reja de su capilla. Vistió durante muchos de fiesta la plazoleta en los días de San Pedro y San Pablo. Tenía un costeado paso que vendieron a un pueblo.

Pero todo regresó: Andújar volvió con sus pasodobles y sus banderas, su domingo de abril y su sábado de octubre. El Cerro del Cabezo en pleno centro de Sevilla. Dice la historia que la imagen hispalense sirvió de modelo a la jiennense cuando hubo de recuperarse tras los estragos de la guerra. Sevilla poniendo el molde una vez más al amor de María Santísima.

En plena posguerra comenzó la historia de las fundaciones de estas Hermandades viajeras. Y así pusieron en San Andrés un trozo de   la Sierra de Aras de Lucena y en un retablo, salida de las gubias de Castillo Lastrucci,  la Virgen de Araceli,  la "Virgen bendita que todo el año nos guarda" y que en sus cultos solemnes "por mayo nos visita", como reza su incomparable himno de coronación.

Y poco más tarde, de la Sierra de Huelva, del pueblo de Higuera trajeron un Prado chiquito, salido de las manos de Sebastián Santos y le dieron sitio en el patio del Salvador, expuesta a que hace veinte años le profanaran el rostro, restaurándola el hijo de su autor. Ahora esa Virgen que festeja sus días en pleno mes de marzo, para la Encarnación , como fuente de agua viva, se nos da en la parroquia de Santa Cruz. La más olvidada víctima del exilio, con la benéfica Hermandad de al Antigua.

Después los ojos de la devoción emigrante se pusieron en un picacho y en una imagen añorada. La Virgen de la Sierra , réplica de la Patrona de Cabra, que procesiona por las calles del barrio de San Roque desde hace tres años el tercer domingo de octubre, con esa peculiar bandera multicolor y la imagen de Ortega Bru bajo templete neogótico. Organizó su Hermandad en 1952.

Cuatro años más tarde los moguereños fundaron la primera hermandad filial de Nuestra Señora de Montemayor, qeu celebra sus cultos en abril u octubre según las fechas de la Feria. Fue en esta ocasión Francisco Buiza quien realizó la imagen en su taller frontero a la iglesia de San Juan de la Palma. Otra vez el mismo escenario. Nunca Andújar y Moguer estuvieron tan cerca.

Una década más tarde se creó la Hermandad de Nuestra Señora de Guadalupe, con una imagen que es réplica exacta por dentro de la talla de la patrona de la localidad de Úbeda, y por fuera, en el atuendo y adorno, también es muy similar.

La Hermandad de la Cena vió lleno su antiguo retablo con esta imagen chiquita que cada cinco años abandona el Hospital de la Misericordia para llenar de salud las calles de la Encarnación. También estuvo en San Antonio Abad donde se bendijo la imagen.

Hay más Virgenes de lejos. la del Mar, en la Misericordia; la del Puerto, de Zufre, en la capilla del Sagrario de los Terceros; un cuadro con la Virgen del Monte en la Iglesia de Omnium Sanctotum -que estuvo a punto de tener hermandad- y seguro que alguna otra menos conocida todavía.

Las Vírgenes que vinieron de lejos, y pusieron un poco de su idiosincrasia en nuestras calles. No todas desgraciadamente salen regularmente en procesión,  aunque esto hubiera sido posible si el altar de las Glorias en la Avenida de la Constitución hubiera continuado su camino, suspendido por ahora. Esa fue la ocasión para que las imágenes de Montemayor, Araceli y la Sierra salieran por primera vez en su historia, sirviendo al menos en un caso para crear una procesión regular.

Las Vírgenes que vinieron de lejos llenaron el Corpus esos años de resonancias novedosas para muchos. Es momento de reivindicar que se recupere esta costumbre para que así alternando con imágenes que procesionan habitualmente y tendrían en ello ocasión para una procesión extraordinaria, las Vírgenes de lejos nunca se queden, aunque sea progresivamente, sin ver su cielo prestado, el cielo de Sevilla alumbrando su caminar por las Glorias de Sevilla.

Fotos: Francisco Santiago