Arte Sacro
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El costo del Rocío. Antonio Romero Padilla


 Un año más podemos mirar a los viejos rocieros de siempre para aprender y ver cómo se preparaban para el camino. Igual que aquellos dos esclavos que vendieron para pagar los cultos de la Inmaculada en la Hermandad de los Negros de Sevilla. ¡Cuántas veces os habéis quitado de cosas, hasta importantes, para dárselas a Ella!

Esto de no tener coche hace que con frecuencia te cuenten historias deliciosas. Por ejemplo, una vez pidiendo para las fiestas de la Virgen en Villanueva del Ariscal, me contaba Joaquín el frutero que con algunas devotas más pasaron por la casa de una familia con mucha necesidad. No queriendo pararse y comprometerla, pasaron de largo. Pero se encontraron a la señora por casualidad al final de su calle. Preguntando por el motivo de la visita, ellos se excusaron amablemente sabiendo que aquellas buenas personas lo que necesitan era realmente ayuda, diciendo: “como hemos visto la puerta entreabierta no hemos querido molestar”. Y aquella señora les dijo sin titubeos: “esperad que aparte para el pan de mañana y el resto lo vuelco para la Pureza”. Confió y no quedó defraudada.

Igual que ella, al modo de la viuda del Evangelio, rociero, cuando eches tu costo no te preocupes de echar solo lo material sino que este año vuelca la monedita de la mano y sobre todo la del alma (al decir de Antonio Machado): el corazón, el cariño, las ilusiones, las alegrías, las penas y verás cómo Ella no falla. Y, como los buenos rocieros de siempre, echa en ese botellero del corazón la bebida de una buena confesión (¡no seas de esos que dicen que no tienen pecados, que nada tienen que mejorar y se pierden la alegría de ser mejores cada día!), el pan de la Misa de la parada y la mejor medalla que es tu rosario del bolsillo (¡esos piropos como los de los enamorados que llegan al cielo sin cansancio al repetir!). Y no te olvides del cargador de móvil del corazón que es la oración, porque un rociero vale lo que valen sus ratitos con Dios y la Señora en el camino por tantas cosas y por tanto. ¡Buen Rocío con ese costo de dentro, el que más le gusta a Ella!










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