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Rascacielos, rascasuelos y setas. Carlos Colón. Diario de Sevilla.


Carlos Colón. Diario de Sevilla. LA verdad es que el rascacielos de la Cartuja me preocupa relativamente. ¿Que se verá desde toda Sevilla? También se ve desde el puente de Triana el horroroso barril de Torre Triana y también se ve desde la calle Feria el puente de Calatrava. Y más aún se verán las setas de la Encarnación, clavadas en el mismo corazón de la ciudad, o los pavimentos modelnos del proyecto La piel sensible que amenazan con desnaturalizar nada menos que el conjunto de plazas y calles que van de la Alfalfa al Salvador, plaza del Pan incluida. En cuanto a la Cartuja, como el éxito de la Expo fue una verdad a medias, sus despojos cartujanos son una mentira completa. Suele pasar: las medias verdades al pudrirse producen mentiras enteras.

Mi Facultad está en la Cartuja –no es crítica ni queja, yo era decano cuando se decidió trasladarla allí– y conozco bien ese desolado panorama de hierbajos y solares, de edificios como tirados sobre un paisaje desintegrado, de metafísicas soledades de película de Antonioni y de inhumanas pesadillas de ciencia ficción a lo Farenheit 451 o El mundo, el demonio y la carne. Allí da igual lo que se haga, porque seguirá siendo el esqueleto de dinosaurio que es; salvo que se integren viviendas y zonas de ocio entre los edificios empresariales . Quién sabe si Puerto Triana será la punta de lanza que lleve allí algo de vida.

La contaminación estética, por otra parte, es más preocupante cuando se produce con carácter físico en pleno casco histórico que cuando, como en este caso, se reduce a un efecto visual fuera de él. Recuerdo que en su día defendí la construcción de la torre de Víctor Pérez Escolano en Plaza de Armas, más próxima –en la orilla de la ciudad histórica– que la de Puerto Triana. Años después, y a la vista de la horrible, desagradable e inhabitable solución que se dio a los espacios que van desde la antigua estación y el hotel NH al río, a través de lo que los verdugos de las ciudades llaman plazas duras, parece claro que la torre de Pérez Escolano –de menor altura que la de Puerto Triana– hubiera sido una solución menos agresiva que la de estas plazas que tienen la dureza de la cara de quien las diseñó.

Vuelvo, por ello, a las setas de la Encarnación. Si la torre de Puerto Triana crea polémica por su visibilidad desde la ciudad histórica y porque está excesivamente próxima al monasterio de Santa María de las Cuevas (declarado Bien de Interés Cultural) y del Pabellón de la Navegación y la Torre Schlinder (protección B), ¿qué decir del proyecto de la Encarnación con relación a monumentos como la Anunciación, San Pedro y San Juan de la Palma, a la plaza de Argüelles, a lo que nos dejaron de la Laraña regionalista o a la antigua trama que va de Puente y Pellón a Regina? Lo dicho. Me preocupa más el rascasuelos que se va extender entre la Alfalfa y el Salvador que el rascacielos que se va a alzar en Puerto Triana; y más las setas asesinas que esta torre.

www.diariodesevilla.com










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