Arte Sacro
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El rincón ruinoso de San Lorenzo La Virgen de Rocamador, del siglo XIV, necesita tratamiento. Pablo Ferrand. ABC


No queda mucha pintura gótica en Sevilla, sobre todo del siglo XIV. Lo que ha perdurado de esta época puede contarse con los dedos de una mano, y uno se acuerda siempre de las tres Vírgenes hermanas que sobrevivieron muchos siglos de terremotos, incendios, guerras, disturbios y otro tipo de desastres como los que provoca la ruina por abandono y la piqueta. Ninguna de estas tres Vírgenes sevillanas sale en Semana Santa ni son de vestir y desvestir: sus prendas se las pintaron sus autores según la moda del momento. Son la de la Antigua en la Catedral, la de Rocamador en San Lorenzo y la del Coral en San Ildefonso; esa trilogía de la que habla el profesor Valdivieso. Las tres pinturas llevan la influencia de la curva gótica francesa y del nuevo estilo del treccento en Siena, pero una de ellas, la que recibe culto en San Lorenzo, está enferma.

Motitas de colores

La Virgen de Rocamador tiene una especie de sarampión largo y lento pero de distinto color: en vez de ser motitas encarnadas son de un celeste y un verde eléctrico muy encendido. «Fíjese en la parte derecha del Niño Jesús -nos dijeron-, cada vez le están saliendo más pintitas». Y el mural, después de muchos años, empieza a cambiar de color y a desprenderse el oro viejo. La Virgen de Rocamador necesita un tratamiento adecuado; lo tuvo hace unos veinticinco años cuando le despojaron de los disfraces que la buena voluntad le fue añadiendo a finales del XVII, en el XIX e incluso en el siglo XX.

Pero la joya gótica de San Lorenzo, la del Niño que le mira con el pajarito en la mano, no está sola en su trance. San Lorenzo es un templo lleno de obras de arte, demasiadas para una visita, y el templo que cobijó al Gran Poder no está pasando por su mejor momento. Esto se aprecia, sobre todo, en un rincón que hay a los pies de la iglesia, muy cercano al coro. En ese rincón tan sintomático hay varias piezas artísticas en peligro, porque además del mural gótico, existe un zócalo de azulejos de 1609 tan abombado como la pintura al fresco que hay encima. Ya faltan varios de estos azulejos prodigiosos: puede ser un angelito, un trozo de grutesco, algún fruto de la naturaleza. No se sabe o habría que hojear las fotos en blanco y negro del profesor Antonio Sancho Corbacho, porque alguien poco habituado a formar puzzles hizo lo que pudo, y el paño de azulejo es hoy un revoltijo de piezas inconexas: un auténtico jeroglífico.

Cada parte depende de la otra y todo parece amenazar con venirse abajo en cualquier momento: humedades, grietas y un abombamiento general que no resiste la prueba de la plomada. Cada elemento se sustenta en el otro dentro este rincón ruinoso.

Mural ennegrecido y agrietado

La grieta que parte en dos la pintura mural de la Presentación del Niño en el Templo, da miedo pero no es nueva. Si se revisan imágenes retrospectivas de esta obras, se verá que la grieta no sólo ha aumentado sino que ha provocado diversos desprendimiento de la capa pictórica, y en su lugar se ve el mortero del muro que aguanta la obra.

Los expertos piden una restauración urgente pero realizada sin prisas de última hora para que no pase lo del templo de San Vicente, donde había un órgano que estudió y catalogó José Enrique Ayarra, hoy en paradero desconocido, y una sillería de coro fuera de su sitio que aparece hoy parcialmente desmembrada y llena de repintes, o los huecos desnudos que dejaron los retablos que faltan.

En la parroquia y en el barrio de San Lorenzo hay mucho interés por que se restaure el templo. Un buen equipo multidisciplinar y especializado, con la necesaria ayuda pública y privada, podría salvarlo poco a poco, antes que sea demasiado tarde.

http://sevilla.abc.es









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