Los abrazos al cura de pueblo. José Luis Martínez. Diario de Sevilla.
Finalizado el pregón, Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp abandonó el escenario con lágrimas en los ojos. Llegaba la hora de ser saludado en los camerinos del teatro por numerosos cofrades que querían saludarle tras oír al sacerdote declamar un pregón que, en función del número de aplausos, parece que había gustado a la gran mayoría. Las primeras impresiones del propio pregonero se centraron en la intensidad con la que lo había leído: "Me he dejado el corazón en todo momento. Tenía que romper en algún momento y al final no pude aguantar". Aseguró que fue fiel a sus primeros planteamientos a la hora de enfocar el Pregón: "He tenido la sensación de que estaba predicando una función principal de instituto en la que tenía que darlo todo y pellizcar a cada una de las imágenes que iba teniendo en mi mente. Era un ejercicio mental duro y difícil porque a la vez que iba nombrando a cada una, iba teniéndolas en la cara".
El sacerdote destacó también el primer abrazo –en el atril– con el cardenal Amigo: "Él ha sido siempre muy importante y yo he tenido un parto durante todos estos meses. Con este gesto en los primeros instantes de mi pregón quise agradecerle el apoyo que me ha dado. Para mí fue el abrazo fraterno del día que ya había llegado y con el que se firmaba el pregón". En el almuerzo oficial del Real Alcázar en homenaje al pregonero, el orador del año pasado, Antonio Murciano, calificó con el adjetivo de "hermoso" el texto escrito por Sánchez-Dalp: "Me ha parecido impecable. Es el pregón número sesenta y cuatro. Y la suma de esos número es lo que me ha parecido el pregón, un 10, un pregón sobresaliente. El pregón tiene un fondo vivencial que ha trasmitido a todos con mucha naturalidad. Y en la forma destaca por los numerosos romances deliciosos y alguna décimas de facturas perfectas". El alcalde, Alfredo Sánchez Monteseirín, alabó la postura del pregonero al estar ante el atril tal como es: "Antes del pregón me atreví a dar al pregonero un consejo, quizás por la manera que tiene de relacionarse con los demás, que, en estos casos, lo hago por primera vez en mi vida. Le dije, Ignacio, se auténtico, natural, espontáneo, como tú eres, porque seguro que si te comportas como eres, ganas el cielo".
El cardenal fue claro respecto a un tema de actualidad: "En la puerta de la Catedral a nadie se le pide papeleta de sitio". Y se refirió al pregonero: "Ignacio no ha claudicado en absoluto lo más mínimo de su condición de sacerdote y de pregonero. Está claro lo que es un sermón. Un pregón es decir las cosas de Dios de tal manera que entusiasmen a la familia. Y así lo ha hecho. Antes teníamos el sermón de la montaña y ahora tenemos montañas de sermones. O antes teníamos el Pregón de Semana Santa y ahora tenemos una Semana Santa continua de pregones". Exhortó a que las cofradías "deben estar abierta a todo el que llegue sin pedirle a nadie razones. ¿Y por qué no vamos a abrir las cofradías al sacerdote indiferente que no comprende algo que los demás valoran".