Primer Golpe, La Candelaria. José Cretario. ABC
Por una cuestión de principios siempre me he resistido a creer que el hombre está condenado a presenciar cómo la historia se repite, pero los hechos dan la razón a quien alumbró tan frustrante pensamiento. La Candelaria se queda sin hermano mayor después de que el arzobispado haya aceptado esta semana la dimisión que José Luis Ruiz Ortega presentó hace tiempo por una serie de episodios y de dimisiones encadenadas que se vieron agravados por los momentos de tensión que se vivieron el pasado martes santo durante la estación de penitencia y al final de la misma. Seria exagerado definir esta historia como un daño colateral de la reforma del Martes Santo, pero bueno, algo también tuvo que ver. Existían algunas alternativas distintas a la dimisión, pero finalmente el cansancio y la escasa ilusión del dirigente por continuar determinaron el visto bueno de Palacio a la renuncía.
Visto así, lo acaecido no es más que una contingencia grave en la vida de una hermandad. Pero si alzamos la mirada para coger perspectiva nos encontramos con una corporación que lleva algo así como una década sumida en un preocupante proceso de inestabilidad. Este es el segundo hermano mayor que se tiene que ir en los últimos tiempos. El anterior, Valiente Chacón, también presentó su renuncia dando paso a la junta rectora, y el anterior a éste, el capataz Ramón Castro, vivió sus últimos meses sorteando una gymcana de dificultades. Como ven, el paisaje no se limita a un solo cuadro.
Los conocedores de la cofradía achacan esta situación a la cultura de la confrontación instalada en San Nicolás desde hace tiempo y no ven más salida que o bien el relevo no parcial sino total de las personas que en los últimos tiempos han tenido algo que ver, mucho o poco, en todos estos procesos, o en una nueva trancisión protagonizada una vez más por Ramón Ybarra. Afortunadamente las reglas de La Candelaria contemplan los mecanismos para volver a la normalidad como es la convocatoria de elecciones anticipadas, algo que sucederá avanzado el otoño. Pero el que llegue debe ser consciente de que se puede tratar de la última oportunidad antes de que en algún despacho se ejecute una solución más traumática. Vamos a ver si por San Nicolás la historia se deja ya de repetir.