Arte Sacro
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Esperanza. Antonio Sánchez Carrasco


En Sevilla tenemos tanta Esperanza que hasta la exportamos, como la que nos encontramos en Lucena el fin de semana pasado, que venía del sevillano convento de San Buenaventura. Ante la Esperanza perdida de Sevilla, recordamos que aún nos quedan manos de Esperanza en esta ciudad en las que prendernos. Ahora que el año jubilar ha sido llamado de la Esperanza, la que mora en Triana, en los días en los que la iglesia celebra el jubileo de las misiones, ha salido de su calle Pureza de misión al sitio que más lo precisa en la Ciudad, las 3000 viviendas. Nada como arrancar una sonrisa, una oración, o una emoción en uno de esos lugares que más lo necesitan. Y para llegar allí donde moran muchos de aquellos niños que tenían a aquella cara morena como la Madre del cielo a la que rezaban en San Jacinto y que en aquella diáspora trianera se fueron a la zona más nueva de la Ciudad.  Mi Padre, por ejemplo, aún fue más lejos, llegó hasta Santa Teresa, pero nunca ha renegado de su ADN de la calle San Juan. Así que el sábado la Virgen visitó a aquellos hijos que más lejos tiene en la ciudad, aunque a algunos le devolvió la visita. Yo que tengo el corazón prendido de un escudo mercedario, viví un par de historias en el Tiro de Línea de aquella que te pellizcan en lo más hondo. La primera la de aquella Señora que su cuidador había llevado a ver pasar a su Virgen en silla de ruedas y al meter la rueda en un bache cayó de cara y se hizo una brecha en la nariz, conseguimos pararle la hemorragia mientras Ella hablaba con el del 112 para decirle que Ella iba para la iglesia que venía la Esperanza y tenía que verla, y así fue.

Otra historia me llega más cercana y es que la primera sonrisa que vi al llegar como hermano al Tiro fue la de Mercedes, su madre Luisi fue a ver a la Esperanza en un momento de su vida en el que la enfermedad la acechaba con intensidad, y sanó. Luisi dirige el coro de mi Hermandad del que todos los hermanos estamos orgullosos y que cantaron a la Esperanza antes de que Luisi, ayudada por la mano de su hija, levantarán el paso. Le había devuelto la visita, ya sabía que su hija seguía bien y Ella seguía en su paso adelante. La Virgen intercede siempre por todos y con más razón lo hace por una familia tan querida y entrañable como la de mi hermana Luisi.

La Esperanza pasó por el Tiro y me quedo con la sonrisa de mi hermano mayor José Enrique y de mi amigo José María Carmona, y sobre todo del ratito que pudo llevarla mi Lola, a la Esperanza, a la Virgen que sanó a Luisi y por lo cual en Santa Genoveva nunca pararemos de darle las gracias.

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#LosLunesAlSol

Foto: Antonio Sánchez Carrasco.









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