Arte Sacro
  • Noticias de Sevilla en Tiempo de Pascua
  • miércoles, 7 de mayo de 2025
  • faltan 326 días para el Domingo de Ramos

Mi querida Ciudad de Sevilla. Isabel Serrato Martín.


 Hace pocos días, tuve un sueño del que desperté sobresaltada. En él, en mi sueño, alguien confío en mí, una carta, un texto traducido, para que fuera yo quien la hiciera pública. Al despertarme, recordaba cada palabra plasmada en algo así como un pergamino y por ello, por recordar cada palabra, las hago públicas en este artículo. Así decía la carta que en mi sueño, entregaron en mis manos:

Querida Ciudad de Sevilla:

Apunto estáis de vivir de nuevo la Pasión del Hijo de Dios. Os dirijo esta carta, porque me arrepiento mucho de lo que un día provoqué. Desde aquel momento siempre seguí los consejos de mi mujer, aunque fueran sueños…

Debéis estar contentos, gracias a lo que hice, se salvó el mundo del pecado, gracias a lo que hice, creéis en la vida eterna, vida, en la que los buenos y malos nos encontramos. Pero si yo me arrepiento de promover la Fe en el mundo, es porque yo fui el condenado. Cuando presenté a Jesús al Pueblo, me condené a mi mismo. Me lavé las manos, cual malhechor vestido de blanco según Ciseri o  Lastrucci.

Fue mi condena, porque hubo un barrio en la Ciudad de Hispalis, del que tuve, porque sí, que aprender de su bendita Fe. Este barrio, cual Calzada, como se llama, Romana de hoy, me condenó a mostraros año tras año, el error de mi vida. Asumo el error, y esto me lo enseñó “mi culpable”, cuando me volví a enfrentar a él, en la morada celeste y para sorpresa mía, me perdonó.

Pero, justo, fue el barrio de La Calzada, quien me condenó, por lavarme las manos, y dejar que “su” Jesús, sufriera de aquella manera. Me condenó a ir año tras año en la delantera de un paso, que ni por ir primero, soy el protagonista principal y hubo más, me condenó La Calzada de la Roma de Sevilla, a estirar mis brazos y no alcanzar nunca al Rey del Mundo, orgullo de los Cristianos. Vivo en una prisión celeste de amor, pero ahora, que se acerca la Pasión, volveré a encontrármelo y como castigo de un barrio, porque tened seguro que Dios nunca castiga, como castigo de un barrio, tengo cara de malo cuando lo amo, y lo tengo a centímetros  de mis manos y no puedo ni acariciar, ni besar las suyas. El estar condenado a amarle, a sentirle mío y no tenerle, es mi pena que hoy desvelo. Vivo eternamente soñando, mi sueño iluso, que aunque me lavé mis manos, puedo acariciar las suyas.

Fdo. “Poncio Pilato”

A Miguel Roda, porque si Pilato está con Dios en el cielo, tu mamá vive en la Gloria con ÉL.

Foto: Francisco Santiago









Utilizamos cookies para realizar medición de la navegación de los usuarios. Si continuas navegando, consideramos que aceptas su uso.